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15 de septiembre de 2025 a las 12:20

Tlatelolco: El miedo no se olvida

Cuarenta años han transcurrido desde aquel fatídico 19 de septiembre de 1985, una fecha grabada a fuego en la memoria de los mexicanos, especialmente en la de los habitantes de Tlatelolco. Si bien los imponentes edificios que conforman las tres secciones del conjunto urbano fueron reforzados tras la tragedia, la sombra del miedo persiste, agazapada en lo más profundo del ser. El eco de la alerta sísmica resuena con la fuerza de un grito silencioso, desatando una oleada de pánico que revive los fantasmas del pasado. La escena se repite: la carrera desesperada, los empujones, los gritos… una danza macabra que se activa con cada temblor.

Existe una preocupante indiferencia por parte de algunos vecinos ante la implementación de un programa de protección civil eficaz. Pareciera que la memoria colectiva se desvanece con el tiempo, dejando espacio a la desidia. Sin embargo, en medio de la apatía, brilla la solidaridad de la sociedad civil, esa fuerza invisible que emerge de las entrañas del pueblo mexicano para brindar apoyo y consuelo en los momentos más oscuros. Son ellos, la gente común, quienes tienden la mano al prójimo, demostrando que la verdadera fortaleza reside en la unión y la empatía.

La historia de Griselda Domínguez Guzmán, "Grillito" para sus seres queridos, es un testimonio conmovedor de la tragedia y la resiliencia. Su fortuito viaje a Veracruz la salvó de una muerte segura, mientras su hogar en el piso 13 del Multifamiliar Nuevo León se convertía en escombros. La imagen del Hotel Regis destruido, vista a través de la pantalla de un pequeño televisor en blanco y negro, fue el preludio de la desgarradora noticia: su edificio, su vida, reducidos a polvo.

El dolor de la pérdida se mezclaba con la incertidumbre del futuro. Las palabras de su padre, aconsejándole no regresar a la Ciudad de México, resonaban en su mente como una sentencia. La visión de su hogar convertido en ruinas la golpeó con la fuerza de un huracán, dejándola desamparada, con la sensación de haber perdido todo. "Como un pájaro que regresa a su nido y lo encuentra destruido", así describió Grillito la desolación que la embargaba.

A pesar del miedo, decidió quedarse en Tlatelolco, en el Edificio Chihuahua, donde muchas familias habían huido presas del terror. Allí, en medio del dolor y la devastación, comenzó la verdadera lucha. Junto a otras víctimas del sismo, Grillito se unió a las organizaciones que buscaban la reconstrucción, no solo de los edificios, sino también de las vidas destrozadas.

Aunque finalmente obtuvo un nuevo departamento en el mismo conjunto habitacional, el temor la seguía persiguiendo. Vivir en un séptimo piso, con el recuerdo imborrable del colapso, era una carga demasiado pesada. Para Grillito, la tragedia fue consecuencia de la falta de mantenimiento, una negligencia que pagaron con sus vidas cientos de personas. Su voz se alza como un llamado a la conciencia, instando a los vecinos a cumplir con sus responsabilidades, a invertir en el mantenimiento de los edificios, a proteger sus vidas y las de sus familias. Porque la memoria del 85 no debe ser solo un recuerdo doloroso, sino una lección aprendida, un impulso para construir un futuro más seguro y resiliente.

Fuente: El Heraldo de México