La polémica envuelve nuevamente al controvertido cantante de narcocorridos, Natanael Cano. Un video que ha incendiado las redes sociales lo muestra, presuntamente, en una fiesta privada dentro del Centro de Reinserción Social Número Uno de Hermosillo, Sonora, a principios de este 2025. La aparente tranquilidad del pabellón penitenciario se ve alterada por la presencia del artista, guitarra en mano, entonando sus canciones junto a un acordeón, rodeado de un grupo que parece disfrutar de bebidas embriagantes. Este escenario, que contrasta radicalmente con la imagen de reclusión y disciplina que se espera de un centro penitenciario, ha generado una ola de cuestionamientos y especulaciones.

La gravedad de la situación se acentúa al considerar que Cano se encuentra en medio de un proceso judicial por cohecho, tras un incidente que involucró a policías municipales de Hermosillo. Este nuevo episodio añade una capa de complejidad a su situación legal, y pone en tela de juicio el cumplimiento de las medidas cautelares que pesan sobre él. ¿Cómo es posible que una persona con un proceso judicial abierto tenga acceso a un centro penitenciario para participar en una fiesta? Esta es la pregunta que resuena con fuerza en la opinión pública, exigiendo respuestas claras y contundentes.

El Fiscal General de Justicia del Estado de Sonora, Gustavo Rómulo Salas Chávez, ha confirmado que la Secretaría de Seguridad Pública está investigando la veracidad del video y las circunstancias que rodean este evento. La investigación se centrará en determinar si hubo conductas delictivas y, en caso afirmativo, aplicar las sanciones correspondientes. Se espera que la Secretaría de Seguridad Pública presente las denuncias pertinentes para que se inicie una investigación a fondo. Sin embargo, hasta el momento, ni la Secretaría de Seguridad ni el Sistema Estatal Penitenciario han emitido un comunicado oficial al respecto, lo que alimenta la incertidumbre y las especulaciones.

La información que circula en redes sociales apunta a que el cantante acudió a uno de los patios del pabellón para convivir con un interno, presuntamente un colaborador suyo, acusado de agresión sexual. Este detalle añade otra dimensión al escándalo, planteando interrogantes sobre la seguridad y el control dentro del centro penitenciario. ¿Cómo se permitió el ingreso de Cano y su grupo? ¿Qué tipo de relación existe entre el cantante y el interno en cuestión? Estas son algunas de las preguntas que las autoridades deberán responder para esclarecer este confuso episodio.

El silencio de las autoridades penitenciarias contrasta con el ruido mediático que ha generado el video. La falta de información oficial solo contribuye a alimentar las conjeturas y a erosionar la confianza en el sistema penitenciario. La ciudadanía espera una respuesta pronta y transparente que aclare las circunstancias de este evento y las medidas que se tomarán para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro. La credibilidad de las instituciones está en juego, y la exigencia de justicia y transparencia se hace cada vez más fuerte. El caso de Natanael Cano se convierte, una vez más, en un reflejo de las complejas problemáticas que aquejan al sistema judicial y penitenciario del país.