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15 de septiembre de 2025 a las 15:30

Mariachi en la Antártida

Desde la gélida Ushuaia, la ciudad del fin del mundo, donde los pingüinos son los testigos silenciosos de un fenómeno cultural extraordinario, la música de mariachi ha echado raíces, floreciendo en un paisaje tan distinto al de su México natal. Guillermo Benjamín Romero, director del Mariachi Tequila, ha tejido esta historia de pasión y perseverancia, llevando el vibrar de las trompetas y guitarrones a un territorio dominado por la nieve y el hielo. Casi como una broma del destino, los primeros oyentes de estas melodías fueron los propios pingüinos, habitantes originales de esta tierra austral.

La pregunta recurrente que enfrentaba Guillermo era "¿Por qué mariachi a 17 mil kilómetros de México?", una interrogante lógica considerando el entorno. ¿Qué conexión podría haber entre las ballenas, los lobos marinos y la nieve con las rancheras, los sones y los huapangos? La respuesta, sin embargo, no se encuentra en la geografía, sino en la universalidad del lenguaje musical y la capacidad del mariachi para transmitir emociones profundas. Guillermo y sus compañeros se embarcaron en la noble misión de difundir la música mexicana, de sembrar la semilla de la tradición en un terreno fértil para las emociones. Poco a poco, la gente comenzó a asociar la serenata de mariachi con una forma única y especial de expresar amor y afecto.

Para Guillermo, la música de mariachi no es algo ajeno, sino un recuerdo entrañable de su infancia en Formosa, una ciudad al norte de Argentina, a miles de kilómetros de su hogar actual. En los campos de algodón, entre las melodías del folclore argentino, se colaban las notas de "El Rey", "Si nos dejan" y "La media vuelta", canciones que formaban parte de la banda sonora de la vida cotidiana. La radio a pilas, compañera fiel de los trabajadores del campo, difundía estas melodías que trascendían fronteras y se arraigaban en el corazón de la gente. "Ella", la canción favorita del mariachi argentino, resonaba también en la voz de su madre, un recuerdo que perdura a pesar de la distancia y el tiempo.

El mariachi, para Guillermo, es mucho más que música; es un catalizador de emociones, un puente que conecta corazones. "El amor que nace entre las personas que van a dar serenata y la gente que la recibe, ese intercambio de emociones no lo da otra música", afirma con convicción. Si bien ama el folclore argentino, reconoce que la magia del mariachi es singular. Ver las lágrimas de las argentinas al escuchar "Ella" o "Cielito Lindo" es una experiencia inigualable, una prueba del poder emotivo de estas melodías.

Tras 25 años de dedicación, el esfuerzo ha dado frutos. El mariachi se ha convertido en una presencia cada vez más común en los eventos y celebraciones argentinas. En Ushuaia, en el fin del mundo, el Mariachi Tequila se erige como un faro de la música mexicana, iluminando con sus notas un paisaje insólito. La incorporación de los violines, un logro reciente, marca un nuevo capítulo en esta historia de perseverancia, un paso más en el camino de consolidar la presencia del mariachi en Argentina. El sueño de Guillermo es que surjan más mariachis, que la música mexicana siga conquistando corazones y que el sonido de las trompetas y guitarrones continúe resonando en el extremo sur del continente, un testimonio de la pasión y la dedicación que han llevado la música de mariachi al fin del mundo.

Fuente: El Heraldo de México