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15 de septiembre de 2025 a las 09:15

El Cóndor de California remonta vuelo

La sombra de la extinción se cernía sobre el cóndor de California, un gigante alado que parecía destinado a unirse al triste desfile de especies desaparecidas, como los mamuts y los tigres dientes de sable. Imaginen un mundo sin el majestuoso vuelo de esta ave, la más grande de Norteamérica, surcando los cielos. Afortunadamente, la historia del cóndor no terminó en tragedia, sino que se transformó en un ejemplo de esperanza y perseverancia, una oda a la capacidad humana de revertir el daño y proteger la biodiversidad de nuestro planeta.

En la década de 1980, la situación era crítica. Los últimos cóndores, apenas 23 individuos, se aferraban a la existencia. En un acto audaz, y ante la oposición de algunos, científicos e investigadores decidieron capturar a estos últimos ejemplares para iniciar un programa de reproducción en cautiverio. La apuesta era arriesgada, pero la alternativa era la desaparición definitiva de la especie. Un año después, el nacimiento del primer polluelo en cautiverio iluminó el camino, un pequeño pálpito de vida que anunciaba el renacimiento de una especie.

México se unió a esta cruzada en 2002, consolidando un esfuerzo binacional que se tradujo en el Programa para la Reproducción y Reintroducción del Cóndor de California. La Sierra de San Pedro Mártir, en Baja California, se convirtió en el escenario de este ambicioso proyecto, un santuario donde los cóndores podrían recuperar su libertad y su papel fundamental en el ecosistema.

La importancia de las aves carroñeras, como los cóndores, zopilotes y auras, a menudo se pasa por alto. Su labor de limpieza natural es esencial para la salud de los ecosistemas, previniendo la propagación de enfermedades y manteniendo el equilibrio natural. El caso de la India en la década de 1980, con la drástica disminución de buitres debido al uso del diclofenaco, es una lección dolorosa que ilustra las consecuencias devastadoras de la pérdida de estas especies. La muerte de medio millón de personas en los años siguientes, debido a la propagación de patógenos en cadáveres sin carroñeros que los consumieran, es una advertencia que no podemos ignorar.

Hoy, gracias al incansable trabajo de científicos, conservacionistas y comunidades locales, podemos celebrar el regreso del cóndor de California a los cielos mexicanos. Con una población de 54 individuos en Baja California, la especie se aleja cada vez más del abismo de la extinción. La reciente llegada de Tuwálo y Kuiiy, dos crías nacidas en Chapultepec y trasladadas a la Sierra de San Pedro Mártir, es un testimonio del compromiso continuo con la conservación. Su adaptación a la vida silvestre, bajo la experta guía de Juan Vargas y Catalina Porras, representa un nuevo capítulo en la historia de éxito de esta especie.

Detrás de cada logro en la conservación, hay un ejército de héroes anónimos. Desde los pioneros como Fernando Gual, experto en la reproducción de especies en peligro, hasta los equipos de la SEDEMA, SEMARNAT, CONANP y SEMAR, la colaboración y la dedicación han sido clave para el éxito de este programa.

El vuelo del cóndor es un símbolo de esperanza, un recordatorio de que la extinción no es un destino inevitable. Es un llamado a la acción para proteger la biodiversidad de nuestro planeta y a valorar la importancia de cada especie, incluso aquellas que no siempre consideramos "bonitas". El futuro del cóndor, y el nuestro propio, depende de nuestra capacidad para coexistir en armonía con la naturaleza.

Fuente: El Heraldo de México