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15 de septiembre de 2025 a las 09:35

Domina tu Hambre Emocional

La bulimia, un laberinto de espejos donde la imagen reflejada distorsiona la realidad interior. Mucho más que un ciclo de atracones y purgas, es un grito ahogado del alma que busca ser escuchado. Un diálogo interno fracturado, donde la comida se convierte en un bálsamo efímero para heridas emocionales profundas. Como un eco resonando en los pasillos de la mente, la neurociencia nos desvela los mecanismos que perpetúan este círculo vicioso: la dopamina, mensajera del placer, se convierte en un espejismo que nos atrapa en la inmediatez del alivio, mientras la serotonina, reguladora del ánimo, se desequilibra, profundizando la espiral de ansiedad y depresión.

Imaginen un sistema de recompensa secuestrado, donde la comida, en lugar de nutrir, se convierte en un mecanismo de escape. Ante la tensión, la frustración, la insatisfacción, el cerebro busca una vía rápida de gratificación, activando circuitos neuronales que nos empujan a consumir compulsivamente. Es una respuesta aprendida, un automatismo que se instala en lo más profundo de nuestro ser, distorsionando nuestra percepción de las necesidades reales del cuerpo y el espíritu.

La historia de María Isabel Romero López, Maestra en Psicología Clínica Integrativa, nos ofrece un testimonio conmovedor y esperanzador. Su experiencia personal con la bulimia trasciende el diagnóstico clínico, revelando la complejidad de las causas subyacentes. No se trata simplemente de un trastorno alimentario, sino de la manifestación externa de un conflicto interno, de una lucha por reconciliar la imagen impuesta con la esencia verdadera. La imposición de escribir con la mano derecha siendo zurda, un acto aparentemente insignificante, se convirtió en la semilla de una profunda inseguridad, alimentando un ciclo de autoexigencia y rechazo que encontró en la bulimia una vía de escape distorsionada.

Su camino hacia la recuperación nos ilumina con una poderosa lección: la sanación reside en la integración de la emoción, el pensamiento y la acción. Reconocer nuestras propias cualidades, abrazar nuestra misión de vida, escuchar la voz interior que nos guía hacia la autenticidad. No se trata de negar el dolor, sino de comprender su origen, de tender un puente entre la mente y el corazón.

Si te encuentras atrapado en un ciclo similar, si las soluciones que buscas solo agravan el problema, detente. Respira. Escribe lo que sientes. Ese pequeño instante de pausa, esa interrupción consciente del automatismo, puede ser la llave para abrir la puerta hacia la elección consciente.

Pedir ayuda profesional no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía. Es reconocer que necesitamos apoyo para transitar el camino hacia la sanación. Reconocer nuestra historia, comprender las raíces de nuestro dolor, disculparnos con nosotros mismos por los errores cometidos y agradecer las lecciones aprendidas, son pasos esenciales en este proceso de transformación.

La fuente de la sanación reside en nuestro interior. Escúchate. Obsérvate. Abrázate. Eres capaz de romper las cadenas que te atan a la bulimia y construir una relación sana y equilibrada con tu cuerpo y con tu ser.

Fuente: El Heraldo de México