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15 de septiembre de 2025 a las 09:25

Canelo vs Crawford: ¡Choque de Titanes!

El rugido del Allegiant Stadium aún resuena en mis oídos. Más de 70,000 almas, un récord de asistencia, latiendo al unísono con el ritmo del combate. Un espectáculo digno de los dioses del boxeo, una noche que nos transportó a la época dorada de este deporte, al glamour de las veladas de Don King y Mike Tyson. Hollywood se fundió con el ring: Michael J. Fox, Charlize Theron, Sofía Vergara, Mark Wahlberg, Michael Strahan, Marc Anthony, Magic Johnson… una constelación de estrellas que iluminaron aún más si cabe este evento histórico. Y en medio de todo, dos titanes: Saúl “Canelo” Álvarez y Terence Crawford, dándolo todo en una batalla épica que quedará grabada en la memoria de los aficionados.

Ante la pregunta recurrente de si el boxeo está muerto, Las Vegas rugió con un rotundo ¡NO! La pasión, la estrategia, la precisión, la velocidad, la concentración… el boxeo es un ballet de fuerza y ​​resistencia, una danza de golpes que despierta emociones primigenias. No hay guiones preestablecidos, no hay simulaciones, solo la pureza del combate, la autenticidad del esfuerzo, la nobleza de la entrega.

Crawford, con su victoria incontestable, se corona como el primer púgil en conquistar el título indiscutido en tres divisiones: superligero, welter y ahora supermedio. WBC, WBO, IBF y WBA… cuatro cinturones que brillan en la cintura de un campeón que ha escrito su nombre con letras de oro en la historia del boxeo. La imagen de Crawford, con lágrimas de alegría, contrasta con la tristeza digna de Canelo, quien aceptó la derrota con la humildad de los grandes. Un momento cargado de emoción, con Michael Buffer, la voz del boxeo, pronunciando el veredicto que cambiaría el destino de estos dos guerreros.

Tuve el inmenso honor de entregar a Crawford el cinturón verde del Consejo Mundial de Boxeo (WBC), una auténtica obra de arte elaborada por manos tlaxcaltecas, y el anillo “undisputed”, creado por Jason de Beverly Hills, el mismo artesano que diseña los anillos del Super Bowl. Un símbolo de la grandeza de este deporte, un reconocimiento al esfuerzo, la disciplina y la pasión de un campeón que ha alcanzado la cima.

Mientras Crawford regresa a Omaha como un héroe, Canelo vuelve a casa para reflexionar, descansar y planificar su futuro. No hay vergüenza en la derrota, especialmente cuando se pierde contra un gigante del ring. Mayweather, Bivol y ahora Crawford… tres derrotas contra tres leyendas. El CMB, ahora más que nunca, está en la esquina de Canelo. Creemos en él, en su fuerza, en su capacidad de superación.

Y hablando de leyendas, nos despertamos el domingo con la triste noticia del fallecimiento de Ricky Hatton, un boxeador inglés querido y respetado por todos. Que descanse en paz. Su recuerdo nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de honrar el legado de aquellos que han contribuido a la grandeza del boxeo.

Recuerdo las palabras de mi padre, Don José Sulaimán, cuando le pregunté a quién apoyaba en una pelea: “Mijito, yo soy el presidente del CMB, no tengo favoritos. Sería una terrible traición para cualquiera de los dos”. Y continuaba: “Siento la misma pena, tristeza y orgullo por el perdedor, que la felicidad, orgullo y satisfacción por el ganador”. Esa lección de imparcialidad, de respeto y de amor por el boxeo, ha guiado mis pasos durante todos estos años.

El boxeo es mucho más que un deporte, es una escuela de vida. Nos enseña a luchar, a caer y a levantarnos, a perseverar, a respetar al rival, a aceptar la derrota y a celebrar la victoria con humildad. El boxeo es un espejo que refleja la condición humana en toda su complejidad, con sus luces y sus sombras, con sus glorias y sus tragedias. Y el CMB, como guardián de sus valores, continuará trabajando para preservar su legado y asegurar su futuro.

Fuente: El Heraldo de México