La angustia se palpa en el aire, un nudo en la garganta que aprieta con cada minuto que pasa. Ocho días. Ocho eternos días sin saber del paradero de Ma. del Carmen Calderón, una abuelita de 82 años cuya sonrisa, hoy ausente, solía iluminar los rincones de su hogar. Su desaparición, ocurrida el pasado 7 de septiembre, ha sumido a su familia en una desesperación que se agudiza con cada amanecer sin noticias. La demencia senil que padece Ma. del Carmen añade un peso extra a la incertidumbre, un manto de preocupación que cubre cada pensamiento, cada conversación, cada intento de aferrarse a la esperanza.

Imaginen la escena: una mujer de complexión delgada, 1.55 metros de altura, con su cabello plateado enmarcando un rostro ovalado. Vestía un pantalón de vestir gris, un suéter azul rey que seguramente le tejieron con cariño, y unos zapatos negros que quizás la acompañaron en innumerables paseos. Dos lunares en el lado derecho de su cuello, marcas distintivas que ahora son señas de identidad en una búsqueda contra reloj. Salió de su casa, quizás desorientada, quizás buscando algo que solo su mente, nublada por la enfermedad, podía comprender. Y desde entonces, el silencio. Un silencio ensordecedor que la familia intenta romper con cada llamada, con cada cartel que pegan en las calles, con cada plegaria que elevan al cielo.

La pesadilla se tornó aún más oscura cuando una llamada telefónica, aparentemente una luz de esperanza, se convirtió en una puñalada traicionera. Una voz al otro lado del teléfono, fría y calculadora, aseguraba tener a Ma. del Carmen, exigiendo 1800 pesos para su regreso. La extorsión, una crueldad añadida a la tragedia, dejó a la familia devastada, no solo por la ausencia de su ser querido, sino por la inhumanidad que se esconde en las sombras, aprovechándose del dolor ajeno.

La desesperación llevó a la familia a manifestarse, a bloquear la carretera México-Pachuca, un grito silencioso que buscaba resonar en las autoridades, una súplica por justicia, por apoyo, por una respuesta que les devuelva la tranquilidad. Exigen acceso a las cámaras de seguridad, que se acelere la carpeta de investigación, que se mueva cielo y tierra para encontrar a Ma. del Carmen. No se trata solo de una cifra en una estadística, se trata de una madre, una abuela, una mujer cuya vida tiene un valor incalculable.

La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) ha emitido números de contacto para que cualquier persona que tenga información sobre el paradero de Ma. del Carmen pueda comunicarse. Cualquier detalle, por pequeño que parezca, puede ser la pieza clave que complete el rompecabezas y la traiga de vuelta a casa. No permitamos que el silencio se imponga. Compartamos su foto, hablemos de ella, mantengamos viva la esperanza. Su familia la espera, su hogar la espera, su vida, a pesar de la fragilidad de la memoria, aún tiene historias por escribir. Ayudemos a que Ma. del Carmen vuelva a casa.