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14 de septiembre de 2025 a las 05:30

Tamaulipas honra a los Niños Héroes

Un siglo y tres cuartos después, el eco de las jóvenes voces que desafiaron al invasor aún resuena en la memoria colectiva de México. No fueron solo seis cadetes, sino la encarnación de un espíritu indomable, la personificación de una nación que, a pesar de la adversidad, se niega a claudicar. El gobernador Américo Villarreal Anaya, al frente de la conmemoración en Tamaulipas, no solo recordó la gesta heroica, sino que la proyectó como un faro que ilumina el camino hacia el futuro. Porque el sacrificio de aquellos jóvenes no fue en vano, sino la semilla de la soberanía que hoy disfrutamos.

El Paseo Pedro J. Méndez, testigo silencioso de la historia tamaulipeca, se vistió de gala para honrar a los Niños Héroes. Bajo el cielo de Ciudad Victoria, resonaron los nombres que la historia ha inmortalizado: Juan de la Barrera, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Juan Escutia, Agustín Melgar y Vicente Suárez. Nombres que evocan coraje, lealtad y un amor incondicional por la patria. Y junto a ellos, los héroes navales, José Azueta y Virgilio Uribe, cuya valentía en Veracruz complementa el mosaico de heroísmo que define esta gesta.

Más allá de la retórica, las palabras del gobernador Villarreal Anaya tocaron la fibra sensible de la realidad tamaulipeca. Al reconocer la labor de las fuerzas armadas y la Guardia Nacional en la búsqueda de la paz, estableció un puente entre el pasado y el presente. La lucha por la seguridad, la defensa de la soberanía, son la continuación de la batalla que libraron aquellos jóvenes en Chapultepec. El agradecimiento expresado a los mandos castrenses no fue un mero protocolo, sino el reconocimiento a quienes, día a día, se inspiran en el legado de los Niños Héroes.

La salva de fusilería del 77 Batallón de Infantería no fue solo un acto ceremonial, sino el eco de los cañones que defendieron el Castillo de Chapultepec. Cada detonación, un recordatorio de la lucha por la libertad. La ofrenda floral, depositada con solemnidad, simbolizó la gratitud de una nación que no olvida a sus héroes. La guardia de honor, un testimonio del respeto y la admiración que trasciende el tiempo.

Las palabras del general Enrique García Jaramillo, al destacar el amor a la patria como el legado perenne de los Niños Héroes, resonaron con fuerza. No se trata solo de recordar un evento histórico, sino de internalizar sus valores. La reseña histórica presentada por el mayor Saúl Rivera Martínez, y la emotiva poesía declamada por el coronel retirado Ernesto Leyva, complementaron el homenaje, pintando un vívido cuadro de la gesta heroica y su trascendencia. Porque la memoria no es solo un recuerdo, sino la fuerza que nos impulsa a construir un futuro digno del sacrificio de quienes nos antecedieron. Un futuro en el que la valentía, la lealtad y el amor a México sean los pilares de una sociedad justa y próspera.

Fuente: El Heraldo de México