14 de septiembre de 2025 a las 19:15
Doctor deja paciente en quirófano por encuentro íntimo
La noticia ha corrido como la pólvora, generando un incendio en las redes sociales y una cascada de comentarios incrédulos. Un anestesista de alto rango, con la responsabilidad de velar por la vida de un paciente bajo su cuidado, abandona el quirófano en medio de una operación para tener relaciones sexuales con una enfermera. El escenario, digno de una película surrealista, nos deja perplejos y nos obliga a cuestionar la ética profesional y la responsabilidad de aquellos a quienes confiamos nuestra salud.
El Dr. Suhail Anjum, un nombre que resonará en los anales de la imprudencia médica, dejó a su paciente anestesiado, vulnerable, a merced de una enfermera para satisfacer sus impulsos. Imaginen la escena: la frialdad del quirófano, el ritmo constante de los monitores, la vida del paciente suspendida en un delicado equilibrio… y el Dr. Anjum, ajeno a todo ello, buscando la satisfacción personal en otro quirófano. Es una traición a la confianza depositada en él, una falta de respeto a la profesión médica y, sobre todo, una negligencia imperdonable que podría haber tenido consecuencias devastadoras.
La imagen descrita por la enfermera testigo, la "Enfermera NT", es impactante. El Dr. Anjum ajustándose los pantalones, la "Enfermera C" con la ropa interior expuesta… una escena que contrasta brutalmente con la esterilidad y la seriedad que se espera de un ambiente quirúrgico. Es una imagen que se graba en la retina, un recordatorio crudo de la fragilidad de la confianza y la facilidad con la que puede ser quebrantada.
El Dr. Anjum argumenta que se trató de un incidente aislado, fruto de un momento complicado en su vida personal. Sin embargo, ¿puede un "momento complicado" justificar semejante irresponsabilidad? ¿Puede el estrés personal eximir a un profesional médico de sus obligaciones éticas y de su juramento hipocrático? La respuesta, rotundamente, es no. La vida de un paciente no puede quedar en suspenso mientras un médico resuelve sus problemas personales.
La vergüenza y el arrepentimiento expresados por el Dr. Anjum, aunque tardíos, son un pequeño consuelo ante la magnitud de su falta. Su huida a Pakistán, abandonando el NHS y dejando un manto de incertidumbre sobre su futuro profesional, no borra lo sucedido. La sombra de su acto imprudente lo seguirá allá donde vaya, un recordatorio permanente de las consecuencias de sus decisiones.
Este caso, más allá del escándalo y la morbosidad, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la ética profesional, la responsabilidad individual y la necesidad de una supervisión constante en el ámbito de la salud. La confianza en nuestros médicos es un pilar fundamental del sistema sanitario, y casos como el del Dr. Anjum erosionan esa confianza, generando una profunda desazón en la sociedad. ¿Qué garantías tenemos de que algo así no vuelva a ocurrir? ¿Cómo podemos asegurar que los profesionales médicos estén a la altura de la responsabilidad que se les ha confiado? Son preguntas incómodas, pero necesarias, que debemos plantearnos para garantizar la seguridad y el bienestar de todos.
Fuente: El Heraldo de México