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14 de septiembre de 2025 a las 09:15

China vs. EE. UU.: ¿Guerra inevitable?

La creciente tensión entre Estados Unidos y China, lejos de apaciguarse, se intensifica día a día, proyectando una sombra de incertidumbre sobre el panorama global. El fracaso en las recientes conversaciones entre Trump y Xi Jinping no solo ha impedido la estabilización de las diferencias comerciales, sino que, al parecer, ha avivado las amenazas políticas latentes, un escenario aún más preocupante. Las recientes maniobras políticas del premier chino, dirigidas indirectamente hacia la administración estadounidense, han encendido las alarmas en la comunidad diplomática internacional.

La 25ª reunión anual de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Tianjin, a finales de agosto, es un claro ejemplo de esta estrategia. Este organismo, fundado en 2001 como contrapeso a las alianzas occidentales, busca combatir el terrorismo y fomentar la cooperación económica en Asia y Eurasia. Con una representación del 40% de la población mundial, la OCS está dominada por líderes de estados autoritarios. La cumbre de Tianjin, con la presencia de más de 20 líderes no occidentales, incluyendo a Putin, Modi y, por supuesto, Xi Jinping, adquirió una relevancia singular.

El discurso de Xi Jinping, en clara alusión a la política de la era Trump, defendió un nuevo orden económico que priorice las necesidades del "Sur Global" y promueva un multilateralismo genuino, en contraposición al hegemonismo y la política de poder. Ante la inestabilidad global generada por los cambios en la política económica estadounidense, la OCS se presenta como una alternativa atractiva para los países que se sienten desprotegidos por Estados Unidos, con China, Rusia y la India como polos de atracción. La propuesta de Xi Jinping de crear un nuevo banco de desarrollo de la OCS, representa un paso hacia un sistema de pagos internacional con divisas alternativas al dólar, un potencial golpe a la supremacía económica estadounidense. China, líder en tecnologías limpias, vehículos eléctricos, robótica, energía solar, tecnología marítima, equipo agrícola y con una producción manufacturera estimada en el 35% global, se consolida como una potencia económica ineludible.

El masivo desfile militar del 3 de septiembre, conmemorando el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, con la presencia de Putin, Kim Jong-un y líderes de otros 26 países, fue otra demostración de fuerza. La exhibición de armamento moderno y el discurso de Xi Jinping, afirmando que "el pueblo chino no teme a la violencia y es autosuficiente y fuerte", transmiten un mensaje claro a sus rivales.

A pesar de abogar por acuerdos internacionales que eliminen los conflictos bélicos y la incertidumbre económica, la cercanía de Xi Jinping con los líderes de Rusia, Corea del Norte y la India, su creciente influencia en el "Sur Global" y en las economías emergentes, son indicativos de una estrategia geopolítica a largo plazo. A través de estos eventos y de iniciativas como "La Ruta de la Seda", Xi Jinping ha tejido una red de alianzas internacionales que prometen rendir frutos significativos en el futuro. La construcción de este nuevo orden mundial, con China a la cabeza, se perfila como uno de los acontecimientos más trascendentales del siglo XXI. El mundo observa con atención, mientras las piezas del tablero geopolítico se mueven con rapidez y precisión. ¿Será este el inicio de una nueva era de cooperación o el preludio de una confrontación inevitable? Solo el tiempo lo dirá.

Fuente: El Heraldo de México