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13 de septiembre de 2025 a las 23:15
Último adiós a Ana Daniela, alumna de la FES
El silencio en los pasillos de la FES Cuautitlán es palpable, un silencio cargado de dolor e incredulidad. La tragedia del puente de La Concordia ha dejado una herida profunda en la comunidad universitaria, una herida que se manifiesta en los rostros apesadumbrados de estudiantes y profesores, en las flores blancas que adornan un improvisado altar y en los susurros que recuerdan a Ana Daniela. No es solo una estadística, no es solo una de las trece víctimas. Para la Dra. Victoria Campos García, es mucho más. Es el rostro amable y alegre que iluminaba su clase de Mecánica el año pasado, la inteligencia que brillaba en sus ojos, la dedicación plasmada en cada ejercicio resuelto con precisión. Es la alumna que obtuvo un 10, la joven llena de promesa cuyo futuro fue arrebatado en un instante por las llamas implacables.
La Dra. Campos García comparte su dolor en redes sociales, un dolor que resuena en miles de corazones. Sus palabras, cargadas de tristeza y conmoción, nos recuerdan la fragilidad de la vida y la importancia de valorar cada momento. La imagen de la hoja de cuaderno con los ejercicios de Ana Daniela, ahora un preciado tesoro, se convierte en un símbolo de la huella imborrable que deja un estudiante en la vida de un profesor. No son solo ecuaciones y fórmulas, son el reflejo de un espíritu brillante, de una mente ávida de conocimiento, de un futuro truncado.
El homenaje improvisado en la FES Cuautitlán es un testimonio del cariño y el respeto que Ana Daniela inspiró en sus compañeros. Las flores, las velas, las palabras de condolencia escritas en pequeños papeles, son un grito silencioso de dolor, una forma de mantener viva su memoria en el corazón de la comunidad universitaria. La tragedia nos confronta con la impotencia, con la incomprensible aleatoriedad del destino, pero también nos recuerda la importancia de la solidaridad, de la empatía, del apoyo mutuo en momentos de oscuridad.
La iniciativa de la Facultad de Psicología de la UNAM, ofreciendo atención psicológica a los afectados por la tragedia, es un paso fundamental para ayudar a la comunidad a procesar el trauma. El dolor no se puede borrar, pero se puede acompañar, se puede compartir. Es necesario brindar herramientas para afrontar la pérdida, para reconstruir la esperanza en un futuro que de pronto se ve teñido de tristeza. La pérdida de Ana Daniela es una pérdida para toda la comunidad universitaria, una pérdida que nos invita a reflexionar sobre la importancia de cultivar la empatía, la solidaridad y el aprecio por la vida en todas sus manifestaciones. Que su memoria sea un faro que ilumine el camino hacia un futuro más humano, más solidario, más consciente de la fragilidad de la existencia. Que su recuerdo nos inspire a construir un mundo donde tragedias como esta no vuelvan a ocurrir.
Fuente: El Heraldo de México