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13 de septiembre de 2025 a las 22:30

Justicia para Silverio, el cocinero michoacano.

La tragedia vuelve a teñir de luto a la comunidad michoacana en Estados Unidos. La reciente muerte de Silverio Villegas González, originario de Loma de Chupio, a manos de un agente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Chicago, ha encendido la indignación y el dolor, no solo en su tierra natal, Irimbo, sino en todo México. Un hombre de 38 años, un cocinero, un padre que estaba con sus hijos en el momento del fatal encuentro. ¿Qué clase de amenaza representaba para justificar semejante acto de violencia? Esta pregunta resuena con fuerza en el corazón de cada mexicano, especialmente en aquellos que han experimentado la incertidumbre y el temor de la migración.

El gobierno municipal de Irimbo, con la voz quebrada por la impotencia, ha condenado enérgicamente las políticas antimigrantes del presidente Trump, señalándolas como el caldo de cultivo para este tipo de tragedias. No se trata de un caso aislado. El fantasma de la violencia institucionalizada se cierne sobre nuestros connacionales en el norte. El recuerdo de Jaime Alanís García, el migrante de Huajúmbaro que perdió la vida en un confuso incidente durante un operativo en California, aún está fresco en la memoria colectiva. ¿Caída accidental, como afirma el ICE? Los testigos hablan de brutalidad policial, de una vida arrebatada injustamente. Y, al igual que en el caso de Silverio, la impunidad parece ser la única respuesta.

¿Cuántas vidas más se tienen que perder para que se haga justicia? ¿Cuántas familias más tendrán que llorar la ausencia de un padre, de un hijo, de un hermano, arrebatado por la violencia y la discriminación? La solidaridad del Consulado General de México en Chicago, la asistencia prometida por el gobierno mexicano, el acompañamiento a la familia… son gestos importantes, sin duda, pero no suficientes. Exigimos acciones contundentes. Exigimos justicia para Silverio, para Jaime, y para todos los migrantes que han sido víctimas de la violencia y la discriminación.

La comunidad de Irimbo, unida en el dolor, clama por respuestas. No podemos permitir que estas muertes queden impunes. Es imperativo que las autoridades de ambos países investiguen a fondo estos casos y que los responsables sean llevados ante la justicia. No podemos normalizar la violencia. No podemos callar ante la injusticia. La vida de nuestros migrantes importa. Su dignidad merece ser respetada. Es hora de alzar la voz y exigir un cambio. Un cambio real que garantice la seguridad y el respeto de los derechos humanos de todos, sin importar su origen o su estatus migratorio. La lucha por la justicia apenas comienza. No nos rendiremos hasta que la verdad salga a la luz y los responsables paguen por sus crímenes. El grito de Irimbo es el grito de México: ¡Justicia para Silverio! ¡Justicia para todos nuestros migrantes!

Fuente: El Heraldo de México