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13 de septiembre de 2025 a las 21:00

Héroe en moto: Ángel guardián en Iztapalapa

La solidaridad y el heroísmo se entrelazaron en medio del caos y la tragedia provocada por la explosión en el puente de La Concordia. Más allá de la desgarradora imagen del oficial Sergio Soriano cargando a la pequeña Jaclyn, se esconde una cadena de acciones valientes que merecen ser contadas. Mientras el humo aún se disipaba y el olor a gas impregnaba el aire, la premura por auxiliar a las víctimas se convirtió en el motor de quienes presenciaron el horror. El oficial Soriano, con la entereza que caracteriza a quienes portan el uniforme, no solo rescató a Jaclyn de entre los escombros, sino que, con una navaja en mano y la ayuda de voluntarios anónimos, se dedicó a cortar las prendas que aún ardían sobre la piel de la pequeña, una acción que sin duda mitigó el sufrimiento de la niña y posiblemente le salvó la vida.

La espera por las ambulancias se hacía eterna, cada segundo era crucial. En ese instante de angustia, un motociclista irrumpe en escena. Sin dudarlo, ofrece su vehículo y su tiempo para trasladar a Jaclyn al hospital más cercano. Imaginemos la escena: el rugir del motor abriéndose paso entre la confusión, las sirenas de fondo, la desesperación por llegar a tiempo. El grito del motociclista al llegar al hospital: "¡Emergencia, niño quemado!", un grito que resonó no solo en los pasillos de la clínica, sino también en el corazón de quienes seguimos con atención esta historia.

Este acto desinteresado, realizado sin esperar reconocimiento alguno, ha despertado la curiosidad y la admiración de miles en redes sociales. ¿Quién es este héroe anónimo? La respuesta, en parte, la encontramos en las declaraciones del oficial Soriano. Se trata de su cuñado, Alonso, quien junto a su hermana, se presentó en el lugar de los hechos preocupados por la seguridad del oficial. Al percatarse de la magnitud de la tragedia, no dudaron en sumar sus esfuerzos a las labores de rescate.

La historia de Alonso, el motociclista que desafió el caos y la desesperación para salvar una vida, nos recuerda que el heroísmo no siempre viste capa, a veces se monta en una motocicleta y se abre paso entre el tráfico con un grito desgarrador, un grito de auxilio, un grito de esperanza. Y aunque Alonso ha preferido mantenerse en el anonimato, su acción quedará grabada no solo en las imágenes que circulan en redes sociales, sino también en la memoria colectiva como un ejemplo de solidaridad y valentía. Su gesto nos invita a reflexionar sobre la importancia de ayudar al prójimo, de tender la mano en momentos de crisis y de reconocer que, en la unión y la empatía, reside la verdadera fuerza de una comunidad. Esperamos que pronto se conozca más sobre la historia de este héroe anónimo, para poder reconocerlo como se merece.

Fuente: El Heraldo de México