14 de septiembre de 2025 a las 02:05
Exceso de velocidad causó tragedia en Iztapalapa
La tragedia del Puente de La Concordia en Iztapalapa nos deja con un profundo pesar y una serie de interrogantes que exigen respuestas. Trece vidas se apagaron en un instante, dejando un vacío irreparable en sus familias y en la comunidad. La velocidad, ese enemigo silencioso que acecha en nuestras calles, se ha erigido como la principal causa de este devastador accidente, según las primeras investigaciones de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.
El exceso de velocidad, constatado en los dictámenes periciales, transformó una pipa de gas en una bomba de tiempo. La volcadura y la posterior ruptura del casquete liberaron el gas, creando una nube inflamable que se convirtió en una mortal trampa. La deflagración, un rugido de fuego y destrucción, dejó una cicatriz imborrable en el paisaje urbano y en la memoria colectiva.
Si bien la Fiscalía descarta la presencia de baches en la zona, basándose en peritajes fotográficos, la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha solicitado una revisión exhaustiva del lugar para disipar cualquier duda. La transparencia y la minuciosidad en la investigación son cruciales para esclarecer todos los detalles y determinar las responsabilidades correspondientes. No se trata solo de encontrar un culpable, sino de comprender las circunstancias que confluyeron en esta tragedia para evitar que se repita en el futuro.
Más allá de las investigaciones técnicas y periciales, hay un componente humano que no podemos ignorar. Trece familias destrozadas, un conductor que lucha por su vida y una comunidad conmocionada. La reparación del daño no se limita a una compensación económica, aunque esta sea fundamental. Implica un acompañamiento integral a las víctimas y sus familias, que incluya asesoría jurídica, representación legal y apoyo psicológico. Es un proceso complejo y delicado que exige sensibilidad y empatía por parte de las autoridades.
La Fiscalía se ha comprometido a garantizar una reparación integral del daño, analizando cada caso de manera individualizada. Se ha confirmado que la empresa responsable cuenta con pólizas de seguro vigentes, pero se ha aclarado que si estas no fueran suficientes, se buscarán otros recursos para cubrir la indemnización. Este compromiso es un paso importante, pero la verdadera reparación del daño va más allá de lo económico. Implica un cambio de paradigma en la forma en que abordamos la seguridad vial en nuestra ciudad.
Es necesario reforzar la cultura de la prevención, implementando campañas de concientización sobre los peligros del exceso de velocidad y la importancia del respeto a las normas de tránsito. También es fundamental fortalecer la supervisión y el control del transporte de materiales peligrosos, garantizando que las empresas cumplan con las medidas de seguridad establecidas. La tragedia del Puente de La Concordia debe ser un llamado a la reflexión y a la acción. No podemos permitir que la velocidad siga cobrando vidas en nuestras calles. Es hora de construir una ciudad más segura para todos.
Fuente: El Heraldo de México