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13 de septiembre de 2025 a las 05:30

¡Canelo y Crawford listos para el combate!

El rugido de la afición mexicana se sintió como un temblor en Las Vegas. No era para menos, la T-Mobile Arena se había transformado en una extensión de la patria, un pequeño pedazo de México palpitante en el corazón del desierto de Nevada. La ceremonia de pesaje entre Saúl "Canelo" Álvarez y Terence Crawford se convirtió en una fiesta anticipada de la Independencia, una demostración de fervor y apoyo incondicional al ídolo jalisciense. Horas antes de que se abrieran las puertas, la marea verde, blanca y roja ya inundaba los alrededores del recinto. Cientos de aficionados, con la ilusión desbordando en sus rostros, esperaban pacientemente su turno para entrar y asegurar un lugar privilegiado desde donde alentar a su campeón. Las banderas ondeaban al viento como un mar tricolor, las camisetas con la imagen del Canelo y de la Selección Nacional se mezclaban en un crisol de patriotismo, y las bandas rojas en las frentes se convertían en un símbolo de guerra, una batalla que trascendía el cuadrilátero.

Dentro, la atmósfera era electrizante. La música mexicana resonaba en cada rincón, las trompetas y los tambores marcaban el ritmo de una fiesta que apenas comenzaba. Los cánticos y los gritos de apoyo al Canelo se mezclaban con los abucheos dirigidos a Crawford, creando una sinfonía de emociones encontradas. Se respiraba un aire de orgullo nacional, la certeza de que el combate del sábado no era solo una pelea, sino una representación de la fuerza y la unidad de un pueblo. La báscula, testigo silencioso de la ceremonia, confirmó lo que todos esperaban: ambos peleadores marcaron las 167.5 libras reglamentarias. Pero el verdadero peso de la noche recaía sobre los hombros del Canelo, quien cargaba con las esperanzas de una nación.

"Para vencer a Crawford necesito estar en mi mejor forma, así de simple", declaró el campeón tapatío con la serenidad que lo caracteriza. Sus palabras, breves pero contundentes, reflejaban la intensa preparación que ha llevado a cabo para este crucial encuentro. Con una trayectoria impecable de 14 años como campeón y una década como uno de los boxeadores más taquilleros del mundo, el Canelo sabe que este combate representa un desafío mayúsculo, una prueba de fuego que podría definir su legado.

Crawford, por su parte, minimizó el impacto del ascenso a la categoría supermedio. "El aumento de peso no será un problema. Me siento fuerte, rápido y listo para cualquier reto que Canelo me ponga enfrente", afirmó el estadounidense, considerado por muchos el mejor libra por libra de la actualidad. Sus palabras, cargadas de confianza, dejaron entrever la determinación con la que llega a este enfrentamiento, dispuesto a arrebatarle el título al mexicano.

El promotor TKO, consciente de la magnitud del evento, añadió un incentivo extra a la ya de por sí candente atmósfera: un bono de 100 mil dólares para la mejor pelea y la mejor actuación de la noche. El anuncio fue recibido con euforia por los asistentes, incrementando la expectativa no solo por la pelea estelar, sino por todos los combates de la cartelera.

La tensión llegó a su punto máximo con la pelea previa al pesaje, protagonizada por Fernando Vargas Jr., hijo de la leyenda mexicoamericana, y el irlandés Callum Walsh. El combate, un auténtico choque de titanes, encendió los ánimos de la grada y sirvió como preámbulo perfecto para la aparición de los protagonistas de la noche.

Finalmente, llegó el momento esperado. El Canelo y Crawford subieron a la báscula y la tensión se transformó en un rugido ensordecedor. La formalidad del pesaje quedó eclipsada por la pasión desbordante de la afición mexicana, que convertía cada instante en una celebración. Con todo listo, la mesa está servida para uno de los duelos más esperados del año, donde, más allá de la técnica y la estrategia, la fuerza de la afición mexicana promete ser un factor determinante. El sábado, en el cuadrilátero, no solo se enfrentarán dos boxeadores, sino dos naciones, dos estilos, dos mundos. Y en medio de ese torbellino de emociones, el Canelo llevará sobre sus hombros el peso de un país que espera con ansias su victoria.

Fuente: El Heraldo de México