13 de septiembre de 2025 a las 05:10
Bebé Jazlyn: ¿Cómo está tras la explosión?
El eco de la tragedia en el Puente de la Concordia continúa resonando en cada rincón de la Ciudad de México, y particularmente en el corazón de Iztapalapa. Dos historias, entrelazadas por el fuego y la desgracia, han conmovido a la sociedad y desatado un debate crucial sobre la seguridad y la vulnerabilidad de quienes habitan en la zona oriente de la capital. La imagen de Alicia Matías, abuela protectora, cubriendo con su propio cuerpo a su nieta de dos años, Jazlyn Azulet, en medio del infierno desatado por la explosión, se ha grabado en la memoria colectiva. Un acto de amor incondicional que ha trascendido la tragedia y se ha convertido en un símbolo de la lucha por la vida.
Los videos que circularon en redes sociales, mostrando a Alicia con Jazlyn en brazos, suplicando a un uniformado por auxilio, han conmocionado a miles. La angustia en su voz, el rostro cubierto de hollín, la pequeña aferrada a ella, son imágenes que nos interpelan como sociedad. Nos obligan a preguntarnos sobre las condiciones que llevaron a esta tragedia, sobre las medidas de seguridad que fallaron, sobre la precariedad que enfrentan a diario tantos habitantes de la ciudad.
La incertidumbre que rodea el estado de salud de Jazlyn ha mantenido en vilo a la nación. El sueño inducido de 72 horas, una medida necesaria para su recuperación, se ha convertido en una agonizante espera para sus familiares y para todos aquellos que han seguido su historia. La noticia de su posible traslado a un hospital especializado en Texas, gracias a la intervención de una reconocida ONG, ha despertado una chispa de esperanza. Sin embargo, la cautela prevalece, a la espera de la evolución de su estado y de la confirmación de este posible traslado.
Este caso, el de Jazlyn y Alicia, nos confronta con la realidad de muchas familias en la periferia de la ciudad. Familias que viven en zonas de riesgo, expuestas a peligros latentes, con acceso limitado a servicios de salud de calidad. La solidaridad demostrada por la sociedad civil, a través de donaciones y mensajes de apoyo, es un bálsamo en medio del dolor. Pero también es un llamado a la acción, a la exigencia de políticas públicas que garanticen la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos, sin importar su lugar de residencia.
Más allá de la cifra oficial de 54 personas hospitalizadas, 22 dadas de alta y 10 fallecidas, cada número representa una vida, una historia, un drama familiar. El impacto de esta tragedia se extiende mucho más allá de las estadísticas, dejando cicatrices profundas en la comunidad. La explosión en el Puente de la Concordia no debe ser un evento aislado que se olvida con el tiempo. Debe ser un punto de inflexión para impulsar cambios reales y efectivos en materia de seguridad y prevención de riesgos. Es un recordatorio de la fragilidad de la vida y de la importancia de la solidaridad en momentos de crisis. La pregunta que queda en el aire es: ¿qué estamos haciendo como sociedad para evitar que tragedias como esta se repitan?
Fuente: El Heraldo de México