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12 de septiembre de 2025 a las 12:25

Sheinbaum mira a China

México se encuentra en la cuerda floja de las relaciones comerciales internacionales. La reciente imposición de aranceles a países sin tratado comercial con México, incluyendo a China, ha generado una ola de incertidumbre y preocupación tanto a nivel nacional como internacional. Si bien la presidenta Claudia Sheinbaum ha asegurado que no se busca ningún conflicto con el gigante asiático y que la medida tiene como objetivo fortalecer la economía nacional y el Plan México, la realidad es que el escenario se presenta complejo y con posibles repercusiones significativas.

La justificación del gobierno mexicano se centra en un supuesto estudio detallado del impacto inflacionario, argumentando que muchos productos no se verán afectados y que, por el contrario, se impulsará la producción nacional en sectores como textiles, calzado, plásticos y vehículos ligeros. Sin embargo, esta afirmación no ha logrado calmar las aguas, especialmente en el sector empresarial.

La Cámara de Comercio y Tecnología México-China ha expresado abiertamente su preocupación, advirtiendo sobre las consecuencias negativas que estos aranceles, que oscilan entre el 35% y el 50%, tendrán en el crecimiento de sectores estratégicos para ambos países. El fantasma de la inflación se cierne sobre productos de consumo básico como textiles, vestido, calzado, papel y electrodomésticos, impactando directamente en el bolsillo de los consumidores mexicanos.

La postura de diálogo que ha manifestado el gobierno mexicano y la adhesión a los lineamientos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) son puntos a favor en este delicado contexto. Sin embargo, la clave estará en la capacidad de México para negociar y encontrar un equilibrio entre la protección de su industria nacional y el mantenimiento de relaciones comerciales saludables con China, un socio comercial de gran relevancia.

El incremento de los aranceles, si bien puede verse como una medida proteccionista a corto plazo, podría generar represalias por parte de China y afectar las exportaciones mexicanas a ese mercado. Además, la subida de precios al consumidor podría tener un impacto negativo en la demanda interna, lo que a su vez afectaría el crecimiento económico.

La situación actual exige una estrategia cuidadosamente calibrada. Es necesario que el gobierno mexicano transparente la metodología del estudio de impacto inflacionario y que abra canales de comunicación efectivos con el sector empresarial, tanto nacional como chino, para mitigar las incertidumbres y buscar soluciones conjuntas. El futuro de las relaciones comerciales entre México y China, y el impacto en la economía mexicana, dependerán en gran medida de la habilidad del gobierno para navegar estas aguas turbulentas.

El debate está abierto. ¿Serán estas medidas un impulso real para la economía mexicana o un paso en falso en el complejo tablero del comercio internacional? El tiempo lo dirá. Lo que sí es cierto es que el camino a seguir requiere de diálogo, transparencia y una visión estratégica que priorice el bienestar de la población y el desarrollo sostenible del país. La apuesta es alta y las consecuencias, significativas. La atención del mundo está puesta en México y en cómo gestionará este desafío.

Fuente: El Heraldo de México