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12 de septiembre de 2025 a las 09:15

Sabiduría del Himalaya a la francesa

La convulsión política que sacude a Francia, con la renuncia de un cuarto primer ministro en apenas dos años del mandato de Emmanuel Macron, nos ofrece una valiosa lección sobre la importancia de las instituciones. A pesar de la profunda crisis, agravada por una deuda pública desorbitada que supera el 114% del PIB y un Parlamento fragmentado tras las elecciones anticipadas de 2024, el sistema francés demuestra su resiliencia. Si bien la incertidumbre se cierne sobre el futuro político del país, las transiciones de poder se desarrollan dentro del marco constitucional. Los mecanismos institucionales, a pesar de sus imperfecciones, funcionan como válvulas de escape para la presión social, canalizando el descontento y las discrepancias inherentes a una sociedad plural. Este ejemplo nos recuerda que la estabilidad no se improvisa, sino que se construye sobre la solidez de las instituciones.

En el otro extremo del espectro, el caso de Nepal nos confronta con las dramáticas consecuencias de la ingobernabilidad. La prohibición temporal de plataformas digitales como Facebook, Twitter (ahora X), WhatsApp, Instagram y YouTube, en un contexto de creciente malestar social y ostentación de la clase política en redes, encendió la mecha de la violencia. Las protestas, con un saldo trágico de víctimas mortales y heridos, desembocaron en el incendio del Parlamento y ataques a residencias de funcionarios y sedes de partidos. La respuesta del gobierno, con un uso desmedido de la fuerza, solo avivó las llamas del conflicto. Nepal, un país marcado por la inestabilidad desde la abolición de la monarquía en 2008, ilustra el peligro de la falta de canales institucionales para procesar las demandas sociales. La violencia, en este escenario, se convierte en la única vía de expresión del descontento.

Tanto Francia como Nepal se enfrentan a la ingobernabilidad, alimentada por presiones fiscales, escándalos de corrupción y la tentación de restringir la libertad de expresión en redes sociales. Estos mismos factores resuenan con preocupante familiaridad en la realidad mexicana. Casos de corrupción que minan la confianza pública, un endeudamiento creciente que compromete el futuro del país, nuevos impuestos que estrangulan la economía familiar y los intentos de censurar las voces críticas en redes sociales, dibujan un panorama inquietante. Si bien México conserva sus instituciones formales, estas han sido debilitadas por un proyecto político que busca controlar o cooptar los poderes del Estado.

La pregunta crucial que debemos plantearnos es: ¿qué ocurre cuando las instituciones no son capaces de canalizar las legítimas diferencias de una sociedad plural? Francia, a pesar de su incertidumbre, nos demuestra que es posible sortear las crisis políticas sin caer en el abismo del colapso social. Nepal, por el contrario, nos advierte sobre el peligro de la violencia como única salida. México se encuentra en una encrucijada. Mirándonos en estos dos espejos, debemos reconocer la urgencia de reconstruir las condiciones institucionales mínimas para procesar el conflicto. Aún estamos a tiempo de evitar que la confrontación se convierta en la única forma de expresar nuestras diferencias. Es una tarea impostergable, una responsabilidad compartida que exige la participación activa de todos los sectores de la sociedad. La construcción de un futuro democrático y pacífico depende de nuestra capacidad para fortalecer las instituciones y garantizar el respeto a la pluralidad de voces.

Fuente: El Heraldo de México