12 de septiembre de 2025 a las 09:30
Mito vs. Realidad: La pobreza en debate
El hedor a gasolina robada impregna el aire, una mancha oscura que se extiende más allá de las tuberías perforadas y los bidones clandestinos. Se propaga, invisible pero palpable, hasta las más altas esferas del poder, manchando la narrativa de la Cuarta Transformación. Aquella promesa de acabar con la corrupción, de purificar la vida pública, se resquebraja ante el escándalo del huachicol fiscal, un contrabando a gran escala que deja en evidencia la fragilidad del discurso oficial.
No hablamos ya del pequeño huachicolero, del que arriesga su libertad por unos pesos extra. Este es un huachicol de cuello blanco, con ramificaciones que se extienden a secretarías, a gubernaturas, a los círculos más cercanos al poder. Los sobrinos del secretario de Marina, el secretario de Seguridad de Tabasco, las sombras que se alargan desde Palacio Nacional… ¿Coincidencias? ¿Chivos expiatorios? La defensa a ultranza del ex secretario de la Marina suena más a un intento desesperado de proteger la imagen presidencial, de contener el tsunami de un escándalo que amenaza con arrastrarlo todo.
Segalmex palidece ante la magnitud de este nuevo caso. Millones y millones desviados, un saqueo sistemático que pone en tela de juicio la tan cacareada honestidad del régimen. Y mientras tanto, Sinaloa bajo asedio, Morelos sumido en la violencia, Guerrero desangrándose entre balaceras y asesinatos. ¿Dónde quedó la promesa de paz? ¿Dónde la transformación que acabaría con la impunidad?
La memoria, a veces incómoda, nos recuerda los elogios al Cuau, el caos que dejó a su paso por Morelos, la violencia desatada en Chiapas. El presente nos muestra un Acapulco en llamas, una Irma Eréndira desafiada, un desabasto de medicamentos que persiste a pesar de los esfuerzos –¿o la falta de ellos?– del gobierno. La CNTE resurge con fuerza, dejando a miles de niños sin clases, paralizando la ciudad con sus protestas, recordándonos el poder de la extorsión magisterial.
Sí, la pobreza disminuyó, es cierto. Pero, ¿a qué costo? ¿A costa de la institucionalidad, de la seguridad, de la justicia? La herencia del expresidente, esa que tanto se criticaba, se cierne ahora como una amenaza, eclipsando cualquier logro. La realidad, terca y contundente, se impone. El huachicol fiscal no es un caso aislado, es el síntoma de una enfermedad que corroe las entrañas del poder. Es la prueba irrefutable de que la corrupción, como la gasolina robada, se filtra por las grietas, dejando un rastro imborrable de impunidad y descomposición.
Fuente: El Heraldo de México