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12 de septiembre de 2025 a las 09:20

¿Listos para el relevo? El Siglo XXI nos necesita.

La eterna danza entre gobernantes y gobernados, una constante a lo largo de la historia, nos invita a reflexionar sobre los mecanismos para evitar la captura del poder por una élite. Pensadores como Gaetano Mosca y Robert Michels, con su teoría de la clase política y la ley de hierro de la oligarquía, respectivamente, nos alertan sobre la tendencia de las minorías organizadas a monopolizar el poder, incluso en sistemas democráticos. Esta concentración, como bien señalaba Sartori, pone en jaque la esencia misma de la democracia.

Ante este panorama, surge la necesidad imperante de un relevo generacional, una renovación de las élites que permita una oxigenación del sistema y evite su estancamiento. Tocqueville, con su aguda visión sobre la democracia en América, nos invita a no aferrarnos a las ventajas del pasado, sino a construir un futuro basado en la igualdad de oportunidades y la búsqueda del bien común. Este llamado a la evolución, a la adaptación a las nuevas realidades, es fundamental para la madurez política de cualquier sociedad.

En el contexto del siglo XXI, esta madurez política se traduce en la capacidad de renunciar a privilegios individuales en aras del beneficio colectivo. Implica la creación de espacios de oportunidad para las nuevas generaciones, un traspaso del poder que permita la emergencia de nuevas ideas y liderazgos. El fortalecimiento de estos espacios, como se está llevando a cabo con la Cuarta Transformación en México, es crucial para romper con los ciclos de poder y evitar la perpetuación de las élites.

Las políticas de bienestar, con su enfoque en la emancipación social, son un claro ejemplo de esta nueva visión. Programas como las becas para jóvenes, el apoyo a adultos mayores y la inversión en salud y vivienda, demuestran una apuesta por el desarrollo integral de la población. Sin embargo, para que estas políticas tengan un impacto real y duradero, es necesario que se acompañen de una renovación de la clase política. No basta con cambiar las políticas, es fundamental transformar las estructuras de poder que las sustentan.

El camino hacia una democracia plena y participativa requiere un diálogo constante, una apertura a la diversidad de opiniones y una lucha frontal contra la polarización. Como bien apunta Karla Jacqueline Perdomo Velázquez, la colaboración y el trabajo conjunto son esenciales para el progreso del país. La emancipación social no se limita a la entrega de beneficios económicos, sino que implica la creación de un entorno que fomente la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas.

La sombra del autoritarismo, que por tanto tiempo oscureció la vida política de México, debe ser disipada definitivamente. La construcción de una verdadera democracia exige un compromiso de todos los actores sociales, una voluntad de cambio que trascienda las diferencias ideológicas y se centre en el bienestar colectivo. El relevo generacional, la renovación de las élites y el fortalecimiento de la participación ciudadana son pilares fundamentales para alcanzar este objetivo. El futuro de México depende de nuestra capacidad para construir una sociedad más justa, equitativa y democrática, donde el poder sea un instrumento al servicio del pueblo y no un privilegio de unos cuantos.

Fuente: El Heraldo de México