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12 de septiembre de 2025 a las 07:40

Justicia para Tila: Comisario asesinado

La tranquilidad del municipio de Tila, Chiapas, se ha visto nuevamente fracturada por la violencia. El descubrimiento del cuerpo sin vida de José “N”, comisariado ejidal, ha conmocionado a la comunidad y reavivado las dolorosas memorias de un pasado reciente marcado por el terror y el desplazamiento. El hallazgo, ocurrido la tarde del 10 de septiembre en una vereda cercana al anexo Río Grande, ha sumido a los habitantes en la incertidumbre y el temor. La imagen del campesino, líder y representante de sus costumbres, yace ahora como un símbolo de la fragilidad de la paz en esta región.

Las circunstancias que rodean la muerte de José “N” aún se encuentran bajo investigación. La Fiscalía General del Estado ha iniciado las diligencias correspondientes, con la promesa de llegar al fondo del asunto y llevar a los responsables ante la justicia. Sin embargo, el camino hacia la verdad se presenta complejo. El comunicado oficial relata la resistencia inicial de algunos pobladores a permitir el acceso de las autoridades estatales al lugar del hallazgo. Este hecho, si bien comprensible dada la desconfianza y el trauma que la violencia ha sembrado en la comunidad, subraya la profunda herida que aún supura en Tila. La imagen de los campesinos, protegiendo el cuerpo de su líder y controlando el acceso a su tierra, habla de un pueblo cansado de la violencia, pero también de un pueblo que exige respeto y participación en la búsqueda de justicia.

El diálogo, finalmente, abrió paso a los investigadores. Un pequeño triunfo para la razón en medio del dolor y la desconfianza. Sin embargo, este episodio plantea interrogantes cruciales: ¿Qué motiva esta resistencia? ¿Es solo desconfianza hacia las autoridades o hay algo más? ¿Existe temor a represalias? Responder a estas preguntas es fundamental para sanar las heridas del pasado y construir un futuro de paz y justicia en Tila.

Este lamentable suceso nos obliga a recordar el contexto de violencia que ha azotado a la región. No podemos olvidar que Tila fue uno de los municipios que sufrió el embate de grupos armados en junio del año pasado, obligando a cientos de familias a abandonar sus hogares y buscar refugio lejos de las balas. Aquel éxodo forzado dejó una profunda cicatriz en la comunidad, una cicatriz que la muerte de José “N” vuelve a abrir.

La investigación en curso debe esclarecer no solo las circunstancias de este crimen específico, sino también las condiciones que lo hicieron posible. ¿Existe una conexión entre la violencia del pasado y la tragedia presente? ¿Se han desmantelado las estructuras que permitieron el surgimiento de estos grupos armados? ¿Qué medidas se han tomado para garantizar la seguridad de los líderes comunitarios y de la población en general? Estas son preguntas que exigen respuestas claras y contundentes.

La muerte de José “N” no puede quedar impune. Es un llamado urgente a las autoridades, a la sociedad civil y a todos los mexicanos a redoblar esfuerzos para construir una paz verdadera y duradera en Chiapas. Una paz basada en la justicia, el respeto a los derechos humanos y la participación activa de las comunidades en la construcción de su propio futuro. El recuerdo de José “N” debe ser un motor para la transformación, un recordatorio constante de que la paz no se regala, se construye día a día, con el esfuerzo de todos. Y en Tila, ese esfuerzo es más urgente que nunca.

Fuente: El Heraldo de México