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12 de septiembre de 2025 a las 12:15
Influencia rusa crece en Latinoamérica
La sombra del Kremlin se extiende sobre Latinoamérica, no con tanques ni soldados, sino con una sutil y penetrante influencia que se teje en los hilos del comercio, la energía y la información. Más allá de la guerra en Ucrania, la geopolítica global ha encontrado un nuevo tablero en nuestra región, donde Rusia despliega una estrategia de bajo costo pero alto impacto. No se trata de una conquista territorial, sino de una batalla por la narrativa, la dependencia económica y la lealtad política.
El caso de los fertilizantes es paradigmático. Moscú ha desplazado a Estados Unidos como principal proveedor en gigantes agrícolas como Brasil, México y Argentina. Con la promesa de precios bajos, Rusia no solo asegura un mercado para sus productos, sino que se convierte en un actor clave en la seguridad alimentaria de estos países, un factor de enorme peso político. Imaginen la presión que puede ejercer un proveedor que controla un insumo esencial para la agricultura, especialmente en naciones donde los subsidios a este sector son una pieza fundamental del equilibrio social. Esta dependencia se traduce en una mayor vulnerabilidad ante las presiones geopolíticas, una herramienta que Rusia sabe utilizar con maestría.
La experiencia de Ecuador con el banano es un ejemplo contundente. La simple prohibición de importar esta fruta, aparentemente una medida económica menor, fue suficiente para torcer el brazo del gobierno ecuatoriano y revertir su decisión de enviar armas a Ucrania. Este caso ilustra la capacidad de Rusia para influir en decisiones soberanas a través de la presión económica, incluso en sectores que representan una pequeña porción de la economía nacional. Es una lección de cómo la interdependencia económica puede convertirse en un arma política.
Pero la estrategia rusa va más allá del comercio. Se articula con una red de cooperación autocrática que involucra a países como Cuba y Nicaragua, convertidos en aliados estratégicos del Kremlin en la región. Estos países no solo facilitan inversiones rusas, sino que también sirven como plataformas para operaciones de inteligencia, extendiendo el alcance del Kremlin en el hemisferio occidental. La presencia de embajadas "desproporcionadamente" grandes en México, con un historial de actividades de inteligencia dirigidas a Estados Unidos, es una muestra de cómo se teje esta red de influencia.
A este entramado se suma la poderosa maquinaria propagandística rusa, encabezada por Russia Today. Este medio se ha convertido en un amplificador de las narrativas nacionalistas y pro-rusas, presentando una versión sesgada de la guerra en Ucrania y cultivando un terreno fértil para la influencia del Kremlin. La labor de Cuba en este aspecto es crucial, habiendo logrado que varios países latinoamericanos se abstuvieran de condenar la invasión rusa en la ONU, demostrando la eficacia de esta diplomacia paralela.
En resumen, Rusia está implementando una estrategia de penetración silenciosa en Latinoamérica, aprovechando las vulnerabilidades económicas, forjando alianzas con regímenes afines y controlando la narrativa a través de sus medios de comunicación. No necesita grandes inversiones para lograr sus objetivos, le basta con identificar los puntos sensibles y aplicar presión de forma estratégica. El resultado es una región cada vez más expuesta a la influencia del Kremlin, un nuevo escenario en la compleja geopolítica global. La pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos preparados para enfrentar este nuevo desafío?
Fuente: El Heraldo de México