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12 de septiembre de 2025 a las 09:15

Descubre la magia de Chiapas

La incorporación de Chiapas a México, un acontecimiento que se conmemora cada 14 de septiembre, es un capítulo fascinante y complejo de nuestra historia, lleno de paradojas y contrastes que a menudo pasan desapercibidos para el resto del país. Mientras que para los chiapanecos es una fecha de gran relevancia, para la mayoría de los mexicanos permanece en las sombras, eclipsada por otras efemérides. Vale la pena, entonces, desempolvar este episodio y comprender su verdadera trascendencia.

Imaginemos el contexto: México, recién independizado, se encuentra en un proceso de construcción nacional. La pérdida de vastos territorios como Texas, California, Nuevo México y Arizona en la guerra contra Estados Unidos aún resonaba en el imaginario colectivo. En medio de esta turbulencia, Chiapas, una tierra rica en cultura y recursos naturales, decide, a través de un plebiscito, unirse al proyecto mexicano en 1824. Un acto que, a diferencia de otras anexiones, se realiza de forma pacífica, consensuada, un verdadero triunfo diplomático en un periodo marcado por la inestabilidad.

Este acto de unión, sin embargo, no fue un simple trámite burocrático. Representó la fusión de dos mundos, el encuentro de culturas milenarias con la naciente identidad mexicana. Las doce lenguas indígenas que resonaban en las montañas chiapanecas, testimonio de una historia ancestral, se unieron al coro de voces que conformaban la nueva nación. Desde las imponentes selvas lacandonas hasta el caudaloso río Grijalva, Chiapas aportó su riqueza natural y cultural al mosaico mexicano.

El camino hacia la consolidación de esta unión no fue sencillo. Décadas de negociaciones y tensiones culminaron en la firma del Tratado de Límites con Guatemala en 1885, un hito que definió las fronteras y aseguró la pertenencia definitiva de Chiapas a México. A partir de entonces, la historia de Chiapas se entrelazó indisolublemente con la del país, compartiendo sus triunfos y sus tragedias.

En el siglo XX, Chiapas se convirtió en epicentro de movimientos sociales que resonaron en todo el mundo. El levantamiento zapatista de 1994, coincidiendo con la entrada en vigor del TLCAN, puso en jaque al modelo neoliberal y visibilizó las demandas de las comunidades indígenas. Este acontecimiento, que sacudió los cimientos del país, demostró la fuerza de la resistencia y la lucha por la justicia social. La masacre de Acteal, una herida profunda en la memoria colectiva, nos recuerda el alto costo de la desigualdad y la violencia.

Chiapas, tierra de contrastes, cuna de poetas como Jaime Sabines y Rosario Castellanos, es un territorio que ha desafiado las narrativas simplistas. Su historia, marcada por la lucha social, la riqueza cultural y la belleza natural, merece ser contada y recordada. El 14 de septiembre, más que una simple fecha en el calendario, es una invitación a reflexionar sobre la complejidad de nuestra identidad nacional y a reconocer el valioso aporte de Chiapas a la construcción de México. Es un recordatorio de que la unidad, la verdadera unidad, se construye a partir del reconocimiento y el respeto a la diversidad.

Fuente: El Heraldo de México