La tragedia en el Puente de la Concordia dejó una profunda herida en la comunidad de la FES Cuautitlán, una herida que se hizo palpable en el emotivo homenaje a Ana Daniela Barragán Ramírez. Más allá de la fría estadística, del número en la lista de víctimas, se alzaba la figura de una joven estudiante llena de vida, sueños y un futuro prometedor truncado por un cruel accidente. El silencio del mediodía en el Campus I se rompió con la música de las gaitas, una melodía que contrastaba con el dolor y la consternación de los presentes. Las flores blancas, símbolo de pureza e inocencia, cubrían las mesas junto a las fotografías de Ana Daniela, un testimonio de la vida que ya no está. Cada imagen, una sonrisa congelada en el tiempo, un recuerdo imborrable para quienes la conocieron.

Sus compañeros de la generación 49 de Ingeniería en Alimentos, la recuerdan como una estudiante comprometida, no solo con sus estudios, sino también con la comunidad universitaria. Su dedicación y entusiasmo eran contagiosos, inspirando a quienes la rodeaban. Los profesores, con la voz entrecortada por la emoción, compartieron anécdotas que revelaban la pasión de Ana Daniela por el aprendizaje y su capacidad para superar cualquier obstáculo. El minuto de aplausos, más que un simple protocolo, fue una explosión de amor y reconocimiento a su trayectoria, aunque breve, significativa.

La luz de las veladoras, titilando en el viento, representaba la esperanza de que su memoria permanezca viva en el corazón de la comunidad universitaria. El goya universitario, entonado con fuerza y sentimiento, se convirtió en un himno de despedida, un último adiós lleno de orgullo y admiración. Los gritos de “¡México, Pumas, Universidad!”, resonaron en el campus, una afirmación de la unidad y la solidaridad que caracteriza a la UNAM en momentos de adversidad.

La historia de Ana Daniela trascendió las paredes de la universidad, convirtiéndose en un símbolo de la fragilidad de la vida y de la importancia de valorar cada instante. La búsqueda desesperada de su familia y su novio, Bryan Ramos, conmovió a todo el país. Las imágenes del celular calcinado, la llamada del elemento de Protección Civil al padre de Ana Daniela, la angustia de la incertidumbre, quedaron grabadas en la memoria colectiva. La incansable búsqueda de Bryan, recorriendo hospitales, aferrándose a la esperanza, refleja el amor incondicional y la fuerza del espíritu humano ante la tragedia.

La confirmación del deceso, a través de una prueba de ADN, fue un golpe devastador para todos. Sin embargo, el recuerdo de Ana Daniela, su sonrisa, su compromiso, su pasión por la vida, seguirá inspirando a quienes la conocieron. Su historia nos recuerda la importancia de la solidaridad, del apoyo mutuo y de la fortaleza que encontramos en la comunidad. La FES Cuautitlán, a pesar del dolor, se mantiene unida, honrando la memoria de Ana Daniela y abrazando a su familia en este difícil momento.