11 de septiembre de 2025 a las 15:10
Septiembre: ¿Realidad o Mito Científico?
La creencia popular de que septiembre es el mes de los sismos en México se ha arraigado profundamente en la conciencia colectiva. La repetición de eventos trágicos, especialmente los ocurridos el 19 de septiembre, ha contribuido a esta percepción. Sin embargo, la ciencia nos dice que no hay ninguna base para afirmar que septiembre sea un mes con mayor actividad sísmica. Los datos del Servicio Sismológico Nacional, que abarcan más de un siglo, demuestran que diciembre, no septiembre, registra el mayor número de sismos. De hecho, los sismos se distribuyen a lo largo del año sin una clara predilección por un mes específico.
El investigador Arturo Iglesias, de la UNAM, desmiente categóricamente la relación entre septiembre y la mayor incidencia de sismos. Atribuye esta creencia a la memoria colectiva y a la coincidencia de eventos desafortunados en dicho mes. Además, destaca la inexistencia de tecnología capaz de predecir sismos, ni en México ni en ninguna otra parte del mundo. No hay una periodicidad anual ni factores climáticos o estacionales que influyan en la actividad sísmica.
Esta percepción, aunque errónea desde el punto de vista científico, refleja una necesidad humana de encontrar explicaciones y patrones ante fenómenos impredecibles y potencialmente devastadores. La psicoterapeuta y socióloga Mónica Orozco explica que nuestra mente tiende a “llenar los espacios en blanco” y a buscar certezas ante la incertidumbre. Los sismos, por su naturaleza traumática, generan una necesidad de previsión y control, lo que lleva a la creación de creencias como la del "septiemble". Este pensamiento místico, aunque no tenga base científica, proporciona una sensación de orden y control ante lo desconocido.
La realidad es que México, por su ubicación geográfica en una zona de alta actividad tectónica, experimenta un promedio de 40 sismos diarios, la mayoría de baja intensidad. La ocurrencia de un sismo de gran magnitud es una cuestión de probabilidad, no de temporalidad. Apostar a que temblará en septiembre simplemente aumenta las probabilidades de acertar, dado que es un mes como cualquier otro en el calendario sísmico.
Los registros históricos muestran que los sismos de gran magnitud, aquellos que han superado los 7.5 grados en la escala de Richter, se han distribuido a lo largo de los años y en diferentes meses. Los terremotos más devastadores de la historia reciente de México no se limitan a septiembre. El sismo de 8.2 del 3 de junio de 1932, el del 9 de octubre de 1995 con magnitud 8 y el del 7 de septiembre de 2017, también de 8.2, son prueba de ello. Incluso el sismo del 19 de septiembre de 1985, que marcó profundamente la memoria colectiva, no fue el más potente registrado.
A pesar de su falta de fundamento científico, la creencia del "septiemble" tiene un aspecto positivo: nos mantiene en alerta. Los simulacros y las medidas de Protección Civil, impulsados por esta percepción, son fundamentales para salvar vidas. Mónica Orozco concluye que, aunque no sea racional, si esta creencia nos motiva a prepararnos y a elaborar planes de emergencia, entonces es bienvenida. La preparación y la prevención son las mejores herramientas para afrontar la realidad sísmica de México, independientemente del mes del año.
Fuente: El Heraldo de México