
Inicio > Noticias > Salud Mental
11 de septiembre de 2025 a las 03:35
Prevenga el dolor silencioso
En un mundo cada vez más acelerado, donde las presiones sociales y las exigencias personales se multiplican, la salud mental a menudo queda relegada a un segundo plano. El silencio que rodea al suicidio, ese tabú que nos impide hablar abiertamente del dolor y la desesperanza, se convierte en un cómplice silencioso de una tragedia que podemos prevenir. Las cifras, frías y contundentes, nos sacuden: más de 700 mil vidas perdidas cada año a nivel mundial, miles de familias destrozadas, un vacío que se extiende mucho más allá del círculo inmediato de la pérdida. En México, la realidad no es distinta. Los datos del INEGI nos muestran un panorama preocupante, con una tasa de suicidios que nos obliga a reflexionar y a actuar. La brecha de género, con una tasa significativamente mayor en hombres, nos habla de la necesidad de abordar las particularidades de cada grupo y de desmantelar los estereotipos que impiden a muchos buscar ayuda.
Es crucial entender que el suicidio no es un acto impulsivo, sino el resultado de una compleja interacción de factores. La predisposición genética, las experiencias traumáticas, la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias, la discriminación, la falta de oportunidades y el aislamiento social, son solo algunas de las piezas de este intrincado rompecabezas. No se trata de buscar culpables, sino de comprender la multidimensionalidad del problema para poder abordarlo con eficacia. Pensar que quien contempla el suicidio solo busca llamar la atención es un error peligroso. Detrás de cada gesto, de cada palabra, hay un grito silencioso de auxilio que debemos aprender a escuchar.
Prevenir el suicidio es una tarea colectiva que nos compete a todos. No se necesitan grandes acciones, sino pequeños gestos que pueden marcar la diferencia: una llamada telefónica a un amigo que sabemos que está pasando por un mal momento, una escucha atenta y sin juicios, una mano extendida sin esperar nada a cambio. Aprender a identificar las señales de alerta es fundamental: cambios bruscos de humor, aislamiento social, expresiones de desesperanza, abandono de actividades que antes disfrutaba, comentarios sobre la muerte o el suicidio, son indicios que no podemos ignorar.
Romper el silencio es el primer paso. Hablar del suicidio no lo incita, al contrario, lo desmitifica y permite que quienes sufren en silencio sepan que no están solos. Informarse sobre los recursos disponibles, como líneas de ayuda telefónica, centros de atención psicológica y grupos de apoyo, es esencial para poder brindar ayuda efectiva. Las familias que han perdido a un ser querido por suicidio necesitan nuestro apoyo y comprensión. El dolor que experimentan es inmenso y a menudo se ven envueltos en sentimientos de culpa y vergüenza. Acompañarlos en su duelo, sin juzgar ni minimizar su sufrimiento, es un acto de solidaridad fundamental.
El Día Mundial para la Prevención del Suicidio no es solo una fecha en el calendario, es un llamado a la acción. Es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental y la de quienes nos rodean. Es un recordatorio de que la empatía, la escucha activa y la solidaridad son herramientas poderosas para prevenir la tragedia y construir un mundo donde la vida sea valorada por encima de todo. No esperemos a que sea demasiado tarde. Actuemos hoy, juntos, para tejer una red de apoyo que sostenga a quienes se sienten al borde del abismo y les muestre que hay esperanza, que hay luz al final del túnel, que vale la pena vivir.
Fuente: El Heraldo de México