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11 de septiembre de 2025 a las 17:15

Olvidos del 11-S: Héroes sin apoyo

Veinticuatro años después del polvo, del acero retorcido y del humo que se elevaba sobre Manhattan, un nuevo tipo de tragedia se desarrolla silenciosamente. No es la de un ataque repentino y violento, sino la de una lenta agonía, una batalla contra enfermedades insidiosas contraídas en el corazón de la devastación del 11-S. Cientos de rescatistas, aquellos héroes que se adentraron en el infierno sin dudarlo, ahora se enfrentan a un enemigo invisible: el cáncer, las enfermedades respiratorias, un legado tóxico del Ground Zero que les corroe por dentro. Y en esta lucha, muchos se encuentran solos, abandonados por las mismas instituciones que deberían protegerlos.

David Bliss, un bombero voluntario de Ohio, es uno de ellos. Con 61 años, su cuerpo es un campo de batalla donde lucha contra el cáncer de pulmón en etapa cuatro, cáncer de páncreas y otros cuatro tipos de cáncer. Tres semanas pasó en la Zona Cero, buscando entre los escombros, respirando el aire envenenado, un acto de valentía que ahora le cobra un precio altísimo. Fotografías, declaraciones juradas, testigos de su heroísmo… todo parece insuficiente para el Fondo de Compensación a las Víctimas del 11 de septiembre (VCF). Durante tres años, sus reclamos han sido rechazados, la respuesta siempre la misma: "pruebas insuficientes". ¿Insuficientes para quién? Se pregunta Bliss, mientras la enfermedad avanza implacable. Inicialmente buscaba ayuda para cubrir sus gastos médicos; ahora, con la muerte acechando, solo espera poder pagar su funeral. La sospecha le corroe: ¿será que, por no ser neoyorquino, los fondos se "reservan" para otros?

La historia de Bruce Hydock, capitán retirado del FDNY EMS y dos veces superviviente del cáncer, es igual de desgarradora. La EPOC, el síndrome de disfunción reactiva de las vías respiratorias, la apnea del sueño y dos episodios de cáncer testicular son las marcas que el 11-S dejó en su cuerpo. Sin embargo, para el Sistema de Jubilación de Empleados de la Ciudad de Nueva York (NYCERS), no está "lo suficientemente enfermo" para recibir su pensión por discapacidad. La burocracia, fría e implacable, le cierra las puertas. Al intentar apelar, descubre un cambio de política secreto, una trampa kafkiana que le obliga a esperar un año para volver a presentar la solicitud. Un año que para muchos como él puede ser una eternidad.

Agotados sus ahorros, después de vender sus coches y verse obligado a mudarse con sus suegros, Hydock, como Bliss, ha recurrido a GoFundMe, una plataforma de crowdfunding convertida en el último recurso de quienes se sienten abandonados por el sistema. No es caridad lo que piden, sino justicia. Es el reconocimiento del sacrificio realizado, del precio pagado por la valentía. "Dimos nuestras vidas", dice Hydock con la voz cargada de indignación, refiriéndose no solo a la posibilidad de morir ese fatídico día, sino a la lenta y dolorosa muerte que muchos de ellos están enfrentando ahora. ¿Dónde está el gobierno, dónde está el apoyo prometido a quienes arriesgaron todo? La pregunta queda flotando en el aire, tan pesada como el polvo que aún cubre las cicatrices del 11-S. Veinticuatro años después, la herida sigue abierta, no solo en la memoria colectiva, sino en los cuerpos y las vidas de aquellos que se adentraron en el infierno para salvar a otros.

Fuente: El Heraldo de México