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11 de septiembre de 2025 a las 05:40
Kendall se aleja del modelaje: busca una vida normal
En el deslumbrante mundo de la fama y la fortuna, donde las luces de los reflectores parecen seguir cada movimiento, Kendall Jenner, a sus 29 años, se encuentra en una encrucijada. A pesar de pertenecer a una de las familias más reconocidas del planeta, el clan Kardashian-Jenner, y de ser una de las modelos más cotizadas a nivel internacional, la joven estrella confiesa anhelar una vida lejos del bullicio mediático. En una reveladora entrevista para la revista Vogue, Jenner ha abierto las puertas a su mundo interior, compartiendo sus anhelos y pasiones más allá de las pasarelas y las cámaras. Sorprendentemente, la vida que Kendall visualiza para su futuro está lejos del glamour y la ostentación que la rodea. Se imagina en un entorno tranquilo, rodeada de la simplicidad de un día a día sin el asedio constante de los paparazzi. "Me encanta mi espacio en Los Ángeles, pero también me encanta la vida sencilla", confiesa. Imagina sus mañanas con la naturalidad de quien se pone un traje de baño o un pantalón deportivo, sin maquillaje, lista para disfrutar de la cotidianidad sin artificios.
Esta búsqueda de la normalidad en una vida extraordinaria es un reflejo de su personalidad. Si bien reconoce ser una "planificadora", intenta no proyectar demasiado su futuro, consciente quizás de la imprevisibilidad del destino. Su pasión por el diseño de interiores se perfila como una posible vía de escape, una alternativa profesional que le permitiría expresar su creatividad lejos del ojo público. Este interés, que cultiva con discreción, se presenta como una puerta abierta a una nueva etapa en su vida, un camino hacia la realización personal más allá de las exigencias de la industria del entretenimiento.
Pero la verdadera pasión de Kendall, su refugio secreto, se encuentra en el mundo ecuestre. La equitación, lejos de ser un simple hobby, es su válvula de escape, su conexión con la naturaleza y la autenticidad. En los concursos hípicos, bajo un nombre diferente, vestida como cualquier otra competidora, encuentra la ansiada normalidad. "Me encanta sentirme normal", revela. El anonimato que le proporciona el casco, las gafas de sol y el uniforme le permite competir con la misma pasión y dedicación que cualquier otra amazona, sin el peso de su apellido ni la presión de las expectativas.
Este deseo de anonimato, de fundirse con la multitud, es un testimonio de su búsqueda de una identidad propia, independiente de la fama familiar. Es la expresión de una joven que, a pesar de haber crecido bajo el escrutinio público, anhela la libertad de ser simplemente Kendall, una mujer con pasiones y sueños propios, más allá de la imagen que proyecta al mundo. Su historia es un recordatorio de que la fama y la fortuna no siempre son sinónimo de felicidad, y que la verdadera realización puede encontrarse en los placeres más sencillos, en la conexión con uno mismo y con las propias pasiones. La incógnita que queda en el aire es si logrará escapar del imperio mediático que la rodea o si la fuerza gravitatoria de su apellido la mantendrá orbitando en el universo Kardashian-Jenner. El tiempo lo dirá.
Fuente: El Heraldo de México