
11 de septiembre de 2025 a las 07:30
Justicia para el bebé de Naucalpan
Una sombra de horror se cierne sobre el Estado de México, con dos casos que estremecen la conciencia colectiva y nos obligan a confrontar la brutalidad que acecha en las sombras. En Naucalpan, la inocencia ha sido destrozada de la manera más cruel imaginable. Un bebé de tan solo un año, indefenso ante la barbarie, ha perdido la vida a manos de quienes debían protegerlo. Pilar Danaee “N”, la madre, y Juan Carlos “N”, su pareja, enfrentan ahora la justicia, acusados del horrendo crimen. Las paredes del hogar, que debieron ser un refugio de amor y seguridad, se convirtieron en escenario de una tragedia indescriptible. ¿Qué demonios puede llevar a una madre a participar en el asesinato de su propio hijo? ¿Qué tipo de influencia ejerció la pareja sentimental para que ocurriera semejante atrocidad? Las interrogantes se multiplican, mientras la Fiscalía del Estado de México continúa con las investigaciones, buscando desentrañar cada detalle de este aberrante caso. La prisión preventiva dictada contra los acusados ofrece un mínimo consuelo a una sociedad indignada, que clama justicia para el pequeño ángel arrebatado de este mundo. Tres meses de investigación complementaria parecen una eternidad ante la magnitud del dolor.
Pero el horror no se detiene ahí. En Chimalhuacán, la violencia del narcotráfico ha cobrado tres nuevas víctimas. Cinco individuos, presuntamente integrantes de una célula dedicada al narcomenudeo, han sido vinculados a proceso por el triple homicidio ocurrido el 22 de agosto. Alberto “N”, Ricardo Noé “N”, Nezauhualcóyotl “N”, Andrés Alberto “N” y un menor de 17 años, ahora enfrentan las consecuencias de sus actos. Imaginen la escena: un punto de venta de drogas, el epicentro de la desesperación y la ilegalidad, convertido en un campo de batalla. Tres vidas segadas, tres familias destrozadas, por la ambición y la violencia que genera el tráfico de estupefacientes. ¿Hasta cuándo seguiremos tolerando que el narcotráfico siembre el terror en nuestras comunidades? ¿Qué medidas podemos implementar para proteger a nuestros jóvenes de las garras de estas organizaciones criminales? La Fiscalía, con el apoyo de peritajes y evidencias, ha logrado la vinculación a proceso de estos individuos. La prisión preventiva para los adultos y las medidas cautelares para el menor ofrecen un rayo de esperanza en medio de la oscuridad. Pero no podemos conformarnos con la captura de unos cuantos. Debemos atacar el problema de raíz, implementando estrategias integrales que aborden las causas sociales y económicas que alimentan el narcotráfico.
Estos dos casos, aunque distintos en su naturaleza, comparten un denominador común: la violencia que corroe el tejido social. Debemos unirnos como sociedad, exigir justicia para las víctimas y trabajar incansablemente para construir un futuro donde la paz y la seguridad sean una realidad para todos. No podemos permitir que la indiferencia se apodere de nosotros. Debemos levantar la voz, exigir respuestas y acciones concretas por parte de las autoridades. La vida de nuestros hijos, la seguridad de nuestras comunidades, depende de ello. La lucha contra la violencia es una tarea de todos.
Fuente: El Heraldo de México