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11 de septiembre de 2025 a las 09:25
Israel sin freno: ¿La ONU impotente?
La denegación de visas a la delegación palestina, incluyendo al presidente Mahmud Abás, para la Asamblea General de la ONU, no es un simple acto burocrático. Es una bofetada a la diplomacia internacional y un silenciamiento deliberado de la voz palestina en el escenario mundial. Imaginemos el precedente que esto sienta: un Estado miembro de la ONU impidiendo la participación de otro Estado observador, reconocido como tal por la propia Asamblea General. ¿Qué mensaje envía esto al resto del mundo? ¿Qué legitimidad le queda a la ONU si permite este tipo de atropellos? Más allá de la Asamblea, esta acción socava los esfuerzos por una solución pacífica al conflicto. Bloquear el diálogo solo alimenta la frustración y la desesperación, alejando aún más la posibilidad de un futuro en el que palestinos e israelíes puedan convivir en paz.
Y mientras se cierra la puerta al diálogo en la ONU, se abren las compuertas de la violencia en Medio Oriente. Los bombardeos israelíes a Yemen, Líbano, Siria, Palestina y, lo más impactante, a Doha, capital de Qatar, demuestran una escalada alarmante. Este último ataque, sin precedentes, no solo pone en peligro la estabilidad regional, sino que desvela la arrogancia y la impunidad con la que opera Israel. Qatar, mediador clave en el conflicto, se ve obligado a suspender sus esfuerzos tras el bombardeo. ¿Quién se atreverá a mediar ahora? ¿Quién podrá contener a un Israel que actúa al margen del derecho internacional y sin temor a las consecuencias?
La encuesta del Instituto para la Democracia de Israel, que revela que un apabullante 76.5% de los israelíes considera irrelevante el sufrimiento palestino en la planificación de operaciones militares, es un reflejo escalofriante de la deshumanización del otro. Presentar el fin del conflicto como un "precio a pagar" por la liberación de rehenes, ignorando el costo humano para la población palestina, es una postura moralmente indefendible. Esta indiferencia ante el sufrimiento ajeno, alimentada por años de conflicto y narrativas de exclusión, es un obstáculo formidable para la paz.
La vulnerabilidad de las petromonarquías del Golfo, incluyendo a Qatar, queda al descubierto. A pesar de albergar la mayor base militar estadounidense en la región y ser considerado un "importante aliado no miembro de la OTAN", Qatar se ve impotente ante la agresión israelí. Washington, con su silencio cómplice, demuestra que la alianza estratégica no es garantía de protección cuando se trata de Israel. Este desamparo deja a los Estados del Golfo con pocas opciones diplomáticas, más allá de una improbable ruptura de relaciones con Israel.
En este contexto, la ONU, diseñada para ser un garante de la paz y la seguridad internacionales, parece atrapada en su propia burocracia, incapaz de actuar con la determinación necesaria para frenar la escalada de violencia. El veto de algunos actores en el Consejo de Seguridad impide cualquier cambio significativo en la política global, perpetuando un sistema que beneficia a unos pocos a costa de la justicia y la estabilidad. La situación actual no solo es peligrosa para Palestina y Qatar, sino que socava la credibilidad de la ONU y pone en riesgo la paz mundial. ¿Será capaz la comunidad internacional de superar la inercia y actuar con la firmeza que exige la situación? El futuro de Medio Oriente, y quizás del mundo, depende de ello.
Fuente: El Heraldo de México