
11 de septiembre de 2025 a las 09:30
El caos de Trump: ¿Gobierno en crisis?
La sombra de un poder absoluto se cierne sobre la Casa Blanca. En menos de un año, el presidente Trump ha recurrido a la declaración de emergencia nacional en nueve ocasiones, una herramienta legal que, si bien existe para situaciones excepcionales, se ha convertido en la norma, un atajo para sortear el Congreso y la necesaria aprobación legislativa. Esta práctica, que algunos califican de preocupante deriva autoritaria, le ha permitido al gobierno actual una libertad de acción casi sin precedentes, desatando una ola de controversia y sembrando la inquietud entre quienes ven en ella un peligroso precedente.
Las justificaciones para estas declaraciones han sido, en muchos casos, cuestionadas, tachadas de exageradas o incluso fabricadas, con el fin de impulsar una agenda política que encuentra resistencia en las vías democráticas tradicionales. Desde la imposición de aranceles hasta el despliegue de la Guardia Nacional en ciudades gobernadas por la oposición, la emergencia se ha convertido en el pretexto para acciones que polarizan aún más a una sociedad ya de por sí fracturada.
El propio Trump, con su retórica incendiaria y su desprecio por las convenciones políticas, ha alimentado la idea de un poder presidencial ilimitado. "Tengo derecho a hacer lo que quiera", ha declarado, una frase que resuena con la fuerza de un desafío a los principios mismos del sistema democrático. Esta concepción, que algunos analistas comparan con la de regímenes autoritarios, se ha visto reforzada por el control que el partido republicano, ya sea por convicción o por temor, ejerce sobre el Congreso, facilitando la implementación de políticas que de otra manera encontrarían una fuerte oposición.
La figura de Carl Schmitt, filósofo alemán con vínculos con el nazismo, emerge como un referente inquietante en este contexto. Su teoría sobre la supresión de la individualidad en favor de una masa unificada con el Estado, y la eliminación de la oposición mediante la identificación del "enemigo", encuentra ecos en el discurso y las prácticas del actual gobierno. La historiadora Heather Cox Richardson ha sido una de las voces que ha alertado sobre esta peligrosa conexión, advirtiendo sobre el riesgo de erosionar las bases mismas de la democracia liberal.
Sin embargo, la aparente omnipotencia de Trump no es absoluta. La realidad, con sus complejidades y sus leyes propias, se resiste a plegarse a los mandatos presidenciales. La economía, un indicador clave del éxito o fracaso de cualquier gobierno, muestra signos de inestabilidad, y la creciente impopularidad del presidente, a pesar del apoyo incondicional de un sector importante de la población, sugiere que el camino hacia la consolidación de un poder sin contrapesos está lleno de obstáculos.
El futuro político de Estados Unidos se presenta incierto, marcado por la tensión entre la ambición de un poder sin límites y la resistencia de las instituciones democráticas. La lucha por el equilibrio de poderes, un principio fundamental del sistema americano, se libra en cada decisión, en cada declaración, en cada voto. Y el resultado de esta batalla determinará no solo el destino de la nación, sino también el futuro de la democracia en el mundo.
Fuente: El Heraldo de México