11 de septiembre de 2025 a las 21:00
¿Dónde está Fernando Soto, el héroe de Iztapalapa?
La angustia se respira en los pasillos del Hospital de Ortopedia "Magdalena de las Salinas". Fernando Soto Munguía, el hombre al volante de la pipa que desató el infierno en la Calzada Ignacio Zaragoza, lucha por su vida. Su pronóstico es grave, una palabra que pesa como una losa sobre sus familiares, quienes, abrumados por el dolor y la presión mediática, se han refugiado en el silencio. Solo uno de ellos ha podido acceder a la sala de espera, aferrándose a la esperanza de una noticia, cualquier noticia, que alivie la incertidumbre que los consume. Imaginen la escena: rostros desencajados, manos temblorosas, el silencio roto solo por algún sollozo ahogado. Una tragedia que ha marcado a fuego a tantas familias, ahora también marca a la suya. ¿Qué pasa por la mente de este hombre de 51 años mientras lucha contra sus heridas? ¿Qué pensamientos lo atormentan mientras yace en la cama del hospital? Preguntas que, por ahora, solo el silencio puede responder.
Mientras tanto, en el mismo hospital, otros 19 pacientes luchan también por recuperarse. Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, unidos por el infortunio de haber estado en el lugar equivocado en el momento equivocado. Sus historias, aunque diferentes, convergen en el mismo punto: el terror de las llamas, el caos de la explosión, la desesperación por escapar. Cada uno de ellos lleva consigo las cicatrices físicas y emocionales de una tarde que jamás podrán olvidar. ¿Cómo reconstruirán sus vidas después de esta experiencia? ¿Cómo sanarán las heridas invisibles que el fuego ha dejado en sus almas?
Las autoridades, por su parte, trabajan contrarreloj para esclarecer las causas del accidente. La pipa, convertida en un amasijo de metal retorcido, es ahora el centro de todas las miradas. Expertos forenses la examinan minuciosamente, buscando alguna pista, algún indicio que pueda arrojar luz sobre lo sucedido. ¿Fue un fallo mecánico? ¿Un error humano? ¿Una fatal combinación de ambos? La investigación continúa, mientras la ciudad entera espera respuestas. La Calzada Ignacio Zaragoza, escenario de la tragedia, se ha convertido en un símbolo del dolor y la incertidumbre. El olor a gasolina quemada aún persiste en el aire, como un recordatorio constante de la fragilidad de la vida.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), con su director Zoé Robledo al frente, ha desplegado todo su potencial para atender a los afectados. El Hospital de Zona 53 en Los Reyes, por su proximidad al lugar del siniestro, se ha convertido en un baluarte de la esperanza. Médicos y enfermeras trabajan sin descanso, brindando atención médica y apoyo emocional a las víctimas. Seis personas han sido dadas de alta, una pequeña luz en medio de la oscuridad. Pero la lucha continúa para los 10 pacientes que se encuentran en estado grave. Su vida pende de un hilo, mientras los profesionales de la salud hacen todo lo posible por salvarlos. Cada alta médica es una victoria, una muestra de la resiliencia del espíritu humano. Pero cada pérdida es un golpe devastador, un recordatorio de la magnitud de la tragedia. ¿Qué medidas se tomarán para prevenir futuros accidentes de este tipo? ¿Cómo se puede garantizar la seguridad de los ciudadanos en las carreteras? Son preguntas que exigen respuestas urgentes. La sociedad necesita saber que se está haciendo todo lo posible para evitar que una tragedia como esta vuelva a ocurrir.
Fuente: El Heraldo de México