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11 de septiembre de 2025 a las 09:15

¡Cuautla: Fe en las calles!

La sombra de la violencia se cierne sobre Morelos, asfixiando la alegría y sembrando el miedo en sus calles. Ante la incapacidad, y en muchos casos la sospechosa inacción, de las autoridades, la sociedad civil, guiada por la Diócesis de Cuernavaca, ha decidido tomar las riendas y alzar la voz. El repique de las campanas de la parroquia de Santa Ana, en Cuautla, marcará el inicio de una marcha silenciosa, pero llena de significado: la Caminata por la Paz. Miles de ciudadanos, cansados de ser víctimas de la extorsión, el cobro de piso y la zozobra constante, recorrerán las calles hasta la Unidad Deportiva, donde el Obispo Ramón Castro Castro, figura de peso en el panorama nacional, ofrecerá un mensaje de esperanza y resistencia.

No se trata de una procesión religiosa, aunque la fe sea el motor que impulsa a muchos. Es una manifestación política, una contundente respuesta al abandono del Estado. Las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública son frías, pero reveladoras: Cuautla se hunde en el abismo de la extorsión, un delito que estrangula la economía local y desgarra el tejido social. Comerciantes, transportistas, familias enteras, viven con el temor constante de ser las próximas víctimas. Y mientras el silencio oficial se hace ensordecedor, es la Iglesia la que se atreve a romperlo, a acompañar a quienes sufren, a iluminar el camino en medio de la oscuridad.

Esta caminata es el grito desesperado de un pueblo que ha perdido la confianza en sus instituciones. La figura del alcalde, Jesús Corona Damián, bajo la lupa de la FGR por presuntos vínculos con el crimen organizado, y la pasividad de la gobernadora Margarita Saravia, pintan un panorama desolador. La sociedad, abandonada a su suerte, se organiza, se une, se aferra a la esperanza de un futuro mejor.

La Caminata por la Paz no es un acto simbólico, es una cruda radiografía de la realidad morelense: un gobierno ausente, municipios bajo sospecha y una ciudadanía que se ve obligada a luchar sola contra la violencia. El 13 de septiembre, Cuautla será el epicentro de una lucha pacífica pero firme, un testimonio de la resiliencia de un pueblo que se niega a rendirse.

Y la amenaza se extiende más allá de Morelos. A pocos días de las fiestas patrias, la sombra de la violencia se proyecta sobre el país. La decisión del alcalde de Coxquihui, Veracruz, de cancelar las celebraciones por motivos de seguridad, seguida del ataque a su domicilio con drones, es un presagio inquietante. ¿Cuántos municipios más se verán obligados a silenciar el grito de independencia ante el rugido de la violencia? El recuerdo de Morelia en 2008, con el estallido de un artefacto explosivo durante las festividades, es una herida que aún no cierra. La noche del 15 de septiembre será una prueba de fuego para alcaldes y gobernadores. ¿Estarán a la altura del desafío o la violencia les arrebatará también la fiesta nacional? La incertidumbre se cierne sobre México, mientras la sociedad se pregunta si podrá celebrar su independencia en paz.

Fuente: El Heraldo de México