11 de septiembre de 2025 a las 12:30
Avándaro: Rock y Recuerdos
Cincuenta y cuatro años han pasado desde aquel mítico 11 de septiembre de 1971, una fecha grabada a fuego en la memoria colectiva mexicana: el Festival de Avándaro. Mucho más que un simple concierto, Avándaro fue la explosión de una generación, un grito de libertad en medio de un contexto social y político restrictivo. Miles de jóvenes, sedientos de expresión y unidos por la música, convirtieron un tranquilo valle en el epicentro de una revolución cultural. La música resonaba, los cuerpos bailaban y el aire se cargaba con la energía de un cambio inminente.
Avándaro no sólo fue un hito musical, sino un fenómeno sociológico. La asistencia masiva, la libertad expresada y la cobertura mediática, en gran parte sensacionalista, despertaron la incomodidad de las autoridades. La desinformación y la manipulación mediática orquestaron una campaña de descrédito que culminó con la censura del rock en México, silenciando las voces de una juventud que anhelaba un futuro diferente. El festival se convirtió en un símbolo de la lucha generacional, un testimonio de la brecha entre la juventud y el poder establecido.
Hoy, la película "Autos, Mota y Rock and Roll", dirigida por José Manuel Cravioto, nos traslada a ese momento crucial de la historia mexicana. No se trata de una simple recreación, sino de una inmersión en la atmósfera del festival, en la energía desbordante de los jóvenes y en la tensión palpable de un país al borde de la transformación. A través de un formato de falso documental, la película captura la esencia de Avándaro, con sus luces y sombras, sus triunfos y contradicciones.
El rodaje, con cámaras de 16mm y Super 8mm, añade una capa de autenticidad a la narrativa. Emiliano Zurita, uno de los protagonistas, describe la experiencia como una inmersión total en el pasado. El sonido del carrete gastándose, la limitación de tomas, la improvisación forzada por los recursos técnicos, crearon una atmósfera única, una conexión tangible con la época que buscaban retratar. No se trataba solo de actuar, sino de vivir el momento, de respirar el aire de Avándaro.
Alejandro Speitzer, quien interpreta a uno de los organizadores del festival, aporta su propia cámara Super 8mm al rodaje, un gesto que trasciende lo anecdótico y se convierte en un símbolo de su pasión por el cine. Para Speitzer, la experiencia fue un aprendizaje constante, una oportunidad para explorar los límites de la creatividad y aceptar la belleza de la imperfección. El error, como parte integral del arte, se convierte en un elemento clave de la narrativa, un reflejo de la espontaneidad y la energía desbordante de Avándaro.
La presencia de Justino Compeán, uno de los organizadores reales del festival, en el set de rodaje, añade un sello de autenticidad invaluable. Su testimonio, sus anécdotas, su visión de los acontecimientos, se convierten en una guía para los actores, una fuente de inspiración para capturar la esencia de Avándaro. Más que una película, "Autos, Mota y Rock and Roll" se presenta como un homenaje a una generación, un registro audiovisual de un momento histórico que marcó para siempre el rumbo del rock en México. La meticulosa caracterización, las pelucas, el vestuario, el lenguaje, son piezas clave para transportar al espectador a la atmósfera de los años 70, para que vibre con la música, con la energía, con la rebeldía de Avándaro.
Fuente: El Heraldo de México