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11 de septiembre de 2025 a las 17:20

Alerta: Ajustes en Trolebús L10 y L11 por incidente Iztapalapa

La Ciudad de México aún resiente los ecos de la tragedia ocurrida bajo el Puente de la Concordia. La imagen de la pipa volcada, convertida en una bola de fuego, permanece grabada en la memoria colectiva, un recordatorio brutal de la fragilidad de la vida cotidiana. Aunque la circulación vehicular se ha restablecido en la Calzada Ignacio Zaragoza, las cicatrices del incidente son profundas y se extienden más allá del asfalto dañado. El transporte público, vital arteria de la ciudad, sigue afectado, con las líneas 10 y 11 del Trolebús operando con recorridos parciales, obligando a miles de usuarios a adaptar sus rutinas y buscar alternativas de movilidad. Imaginen el caos, la incertidumbre, la frustración de quienes dependen de estas rutas para llegar a sus trabajos, escuelas, hospitales.

La estación Acahualtepec, cercana a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, permanece cerrada, un fantasma silencioso en medio del bullicio habitual. Los estudiantes, acostumbrados al flujo constante del trolebús, se ven obligados a caminar largas distancias, sorteando el tráfico y el ruido, con la imagen de la tragedia aún fresca en sus mentes. ¿Cómo retomar la normalidad después de presenciar semejante evento? ¿Cómo borrar la huella del miedo y la angustia?

La investigación sobre las causas del accidente continúa. La empresa SISA, propietaria de la pipa, colabora con las autoridades, mientras la Secretaría de Seguridad Ciudadana trabaja incansablemente para esclarecer los hechos. Se buscan respuestas, se exige justicia para las víctimas y sus familias, se clama por medidas que eviten que una tragedia de esta magnitud vuelva a ocurrir.

Más allá de las cifras oficiales, de los 90 lesionados y las 4 vidas truncadas, hay historias de dolor, de pérdidas irreparables, de vidas que cambiaron para siempre en cuestión de segundos. Familias que lloran la ausencia de un ser querido, personas que luchan por recuperarse de sus heridas físicas y emocionales. La solidaridad de los capitalinos se ha hecho presente, con donaciones, apoyo moral y la firme exigencia de que se haga justicia.

El restablecimiento de la vialidad es un paso importante, pero la reconstrucción verdadera va más allá del reencarpetamiento del asfalto. Implica sanar las heridas emocionales, brindar apoyo a las víctimas, revisar los protocolos de seguridad y exigir responsabilidades. La Ciudad de México ha demostrado su resiliencia en innumerables ocasiones, y sin duda, se levantará de nuevo, más fuerte y más unida, pero con la memoria imborrable de la tragedia del Puente de la Concordia. Un recordatorio constante de la importancia de la prevención, de la responsabilidad y del valor de la vida humana.

Fuente: El Heraldo de México