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12 de septiembre de 2025 a las 00:45
ADN confirma si restos son de estudiante UNAM
La angustia se palpa en el aire. Más de un día ha transcurrido desde la ensordecedora explosión que sacudió Iztapalapa, dejando a su paso un panorama desolador de hierros retorcidos, vehículos calcinados y un rastro de incertidumbre que se aferra a las familias de las víctimas. Entre ellas, la familia de Ana Daniela Barragán Ramírez, una joven estudiante de la UNAM, cuya vida quedó suspendida en el instante de la tragedia. La espera por la confirmación de su identidad a través de una prueba de ADN en el Hospital Rubén Leñero se ha convertido en una agonía interminable.
La imagen de la explosión, grabada a fuego en la memoria colectiva, contrasta con la fragilidad de la esperanza que aún se aferra a los corazones de sus seres queridos. Ana Daniela, una joven llena de sueños y con un futuro prometedor en la Ingeniería en Alimentos, se encontraba a bordo de un taxi de aplicación cuando la onda expansiva la alcanzó. Desde entonces, su rastro se ha diluido entre el caos y la confusión. Su última ubicación conocida, en las inmediaciones del Puente de la Concordia, se ha convertido en un punto de referencia para la desesperada búsqueda.
El hallazgo de sus pertenencias entre los escombros –su credencial universitaria, cuadernos, maquillaje, y un teléfono celular milagrosamente funcional– fue un atisbo de luz en medio de la oscuridad. La llamada que recibió su madre, Cecilia Ramírez, desde el teléfono rescatado, confirmó la terrible sospecha: Ana Daniela se encontraba en el epicentro de la tragedia.
La incertidumbre se ha visto agravada por la circulación de un video en redes sociales. En él, se observa a una joven herida, cubierta con una sábana, recibiendo atención médica antes de ser trasladada a un centro hospitalario. Bryan Ramos, novio de Ana Daniela, ha afirmado que la joven del video es ella, pero la falta de información sobre su paradero ha intensificado la angustia. La búsqueda se ha convertido en una carrera contra el tiempo, una lucha contra la burocracia y la falta de comunicación.
El peregrinar de la familia por diferentes hospitales, la desinformación, las pistas falsas y la espera agónica por los resultados de la prueba de ADN han convertido cada minuto en una eternidad. La esperanza, aunque frágil, se mantiene viva. La imagen de Ana Daniela, con su sonrisa radiante y su mirada llena de sueños, impulsa a sus seres queridos a no desfallecer en la búsqueda.
La tragedia de Iztapalapa ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de la vida, la fragilidad de la cotidianidad. La historia de Ana Daniela se ha convertido en un símbolo de la angustia de las familias que aún esperan noticias de sus seres queridos, un recordatorio de la importancia de la solidaridad y la empatía en momentos de dolor. Mientras tanto, la espera continúa, cargada de incertidumbre y de la esperanza de un milagro.
Fuente: El Heraldo de México