La oscuridad de la sala, el silencio expectante roto solo por el crujir de las palomitas de maíz, la tensión palpable en el aire… Y de repente, un grito desgarrador. No provenía de la pantalla, sino de las filas traseras. El terror que se proyectaba en el cine se materializó en carne y hueso, o al menos eso parecía. Un espectador, convulsionando, gritando palabras incoherentes, desató el pánico entre los asistentes a la premiere de "El Conjuro 4: Últimos Ritos". ¿Ficción o realidad? La línea se difuminó esa noche.

Los videos del incidente corrieron como la pólvora en redes sociales. En ellos se ve al individuo retorciéndose, mientras otros intentan sujetarlo. Murmullos, rezos improvisados, el miedo contagiándose más rápido que la supuesta posesión. ¿Era una elaborada estrategia de marketing? El rumor se extendió con la misma velocidad que las imágenes. Algunos internautas, escépticos, apuntan a una campaña viral magistralmente orquestada, jugando con el mismo tema de la película para generar expectación. "Demasiado perfecto para ser real", comentan. Otros, aferrados a la posibilidad de lo sobrenatural, ven en el suceso una confirmación de las fuerzas oscuras que la saga cinematográfica explora. "El mal existe, y a veces se manifiesta de las formas más inesperadas", susurran en los foros online.

El debate está servido. ¿Una brillante maniobra publicitaria o un auténtico encuentro con lo paranormal? La ambigüedad alimenta la conversación, y mientras la polémica ruge en el mundo digital, la taquilla de "El Conjuro 4" se dispara. La película, que narra la escalofriante historia de los Smurl, una familia atormentada por una entidad maligna, parece haber trascendido la pantalla. ¿Es posible que la ficción haya invocado algo real? ¿O simplemente se trata de una astuta manipulación de nuestras creencias más profundas?

La incertidumbre persiste. Ninguna autoridad ha confirmado o desmentido la veracidad del supuesto exorcismo en la sala de cine. El silencio oficial solo aviva las teorías conspirativas, las especulaciones, las historias que se susurran en voz baja. Mientras tanto, el protagonista involuntario del incidente permanece en el anonimato, convertido en un enigma más en el ya complejo universo de "El Conjuro".

El caso, real o ficticio, nos recuerda la delgada línea que separa lo racional de lo inexplicable, y cómo el terror, ya sea cinematográfico o genuino, ejerce una fascinación irresistible en el ser humano. "El Conjuro 4" ha logrado algo más que asustar a la audiencia: ha abierto un portal a la discusión, a la duda, a la posibilidad de que, en la oscuridad de una sala de cine, algo más que una película pueda cobrar vida. Y eso, quizás, es más aterrador que cualquier demonio de la gran pantalla.