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10 de septiembre de 2025 a las 16:40
SOS Pirineos: ¿Turismo o Tranquilidad?
El silencio, ese bien tan preciado que muchos buscan en la inmensidad de la naturaleza, se ve amenazado. Las majestuosas cumbres de los Pirineos, antaño refugio de paz y tranquilidad, se convierten en escenario de una batalla contra un enemigo invisible pero ensordecedor: la contaminación acústica. Ya no se trata solo del bullicio de las ciudades, el ruido ha escalado las laderas y se ha instalado en los senderos, perturbando la armonía del paisaje y la experiencia de quienes buscan conectar con la esencia de la montaña.
Imaginen la escena: un cristalino lago alpino, rodeado de picos imponentes, el aire fresco y puro… y de repente, la estridente melodía de un altavoz portátil irrumpe en la escena, destrozando la magia del momento. Esta es la realidad que describe Matthieu Cruege, director del Parque Natural Regional de los Pirineos de Ariège, quien con preocupación observa cómo la irrupción de la tecnología y la falta de conciencia cívica transforman el paisaje sonoro de la montaña. No se trata de un caso aislado, sino de una tendencia creciente que preocupa a las autoridades y a los amantes de la naturaleza.
La creciente popularidad del senderismo y la búsqueda de experiencias al aire libre son, en principio, positivas. Sin embargo, este nuevo interés por la montaña ha traído consigo conductas propias de la vida urbana, totalmente ajenas al espíritu de respeto y contemplación que debería reinar en estos espacios. El problema no radica en la afluencia de visitantes, sino en la importación de hábitos que perturban la tranquilidad y degradan el entorno. Llevar la música a todo volumen, como si se tratara de una fiesta en la playa, demuestra una desconexión con la esencia misma de la montaña, un espacio donde el silencio permite apreciar el susurro del viento, el canto de los pájaros y el murmullo del agua.
Las autoridades del parque, conscientes de la gravedad del problema, han implementado medidas para preservar la autenticidad de estos espacios naturales. La contratación de mediadores, que recorren las rutas más frecuentadas, es una apuesta por la educación y la concienciación. Su labor es dialogar con los visitantes, explicarles la importancia del respeto por el entorno y promover comportamientos responsables. En otras zonas, como la Reserva Natural Nacional de Néouvielle, se han tomado medidas más drásticas, restringiendo ciertas actividades para proteger el ecosistema y la experiencia de los visitantes.
El debate va más allá de la contaminación acústica. La proliferación de vivacs que se convierten en campamentos improvisados, la acumulación de basura y el desgaste de los senderos son síntomas de un problema mayor: la falta de conciencia sobre la fragilidad de los ecosistemas de montaña. Es crucial recordar que la montaña no es un espacio sin normas, sino un hogar que debemos respetar. Disfrutar de la naturaleza implica responsabilidad, comprensión y un compromiso activo con su preservación. El futuro de estos parajes depende de nuestra capacidad para encontrar un equilibrio entre el disfrute y el respeto, entre la experiencia individual y el bien común. El silencio de la montaña, ese tesoro intangible, merece ser protegido.
Fuente: El Heraldo de México