La indignación de la Presidenta Claudia Sheinbaum resonó en el Palacio Nacional, calificando de "vendepatrias" al ex presidente Felipe Calderón por sus críticas a la reforma judicial en suelo estadounidense. Un eco de "espurio" y "fraudulento" acompañó la acusación, avivando la polémica en torno a la legitimidad del sexenio calderonista. Sheinbaum trazó un paralelismo histórico, comparando la supuesta injerencia solicitada por Calderón con el oscuro episodio del golpe a Madero, un momento que marcó a fuego la historia nacional. La mandataria cuestionó la moral de quien, según sus palabras, llegó al poder mediante un fraude electoral, para ahora pedir la intervención extranjera en asuntos internos. "Es una traición a la patria", sentenció, dejando en claro la gravedad de las declaraciones del ex mandatario.

El escenario de esta controversia se sitúa en la prestigiosa Universidad del Instituto de las Américas de Georgetown, donde Calderón, ante una audiencia expectante, lanzó sus dardos contra la reforma judicial y el papel del embajador estadounidense, Ken Salazar. Sus palabras, cargadas de reproche, apuntaron a la supuesta pasividad de Salazar ante lo que él considera una "demolición" del sistema judicial mexicano. "¿Cómo pudo permitirlo?", pareció interpelar Calderón, sembrando la duda sobre la actuación del diplomático estadounidense.

Mientras la tormenta política se desataba, Sheinbaum enviaba un mensaje de aliento y reconocimiento a las Fuerzas Armadas, a pocos días del desfile militar del 16 de septiembre. Elogió su patriotismo, su entrega y su profesionalismo, destacando la formación integral que reciben los hombres y mujeres que deciden servir a la nación. Desde la ingeniería militar hasta la medicina, la mandataria resaltó la multidisciplinariedad de las instituciones castrenses, presentándolas como un ejemplo de servicio y dedicación.

Este contraste entre la dura crítica a Calderón y el reconocimiento a las Fuerzas Armadas dibuja un escenario político complejo, donde la defensa de la soberanía nacional y la legitimidad de las instituciones se entrelazan en un discurso cargado de simbolismo. La figura de Calderón, cuestionada y señalada, se contrapone a la imagen de las Fuerzas Armadas, presentadas como un baluarte de la patria. En este contexto, el debate sobre la reforma judicial adquiere una nueva dimensión, convirtiéndose en un campo de batalla donde se dirimen no solo cuestiones legales, sino también profundas diferencias ideológicas y políticas. ¿Cuál será el impacto de estas declaraciones en la opinión pública? ¿Cómo responderá Calderón a las acusaciones de Sheinbaum? El futuro político del país se escribe en medio de esta tensión, con la mirada puesta en las próximas elecciones y en la consolidación de un nuevo orden político. El tiempo, como siempre, tendrá la última palabra.