
10 de septiembre de 2025 a las 09:35
PAN y PRI: ¿Fin de una era?
La escena política en el Estado de México se asemeja a un tablero de ajedrez después de un terremoto. Las piezas, antes ordenadas bajo el estandarte del PRI, PAN y PRD, ahora yacen dispersas, sin una estrategia clara y con sus reyes tambaleantes. Estos partidos, que durante décadas dictaron el ritmo del desarrollo de la entidad, impulsando a sus peones (presidentes municipales, diputados y senadores) a posiciones estratégicas, hoy se encuentran desdibujados, casi espectrales, en un escenario dominado por la sombra creciente de Morena. Sus liderazgos, antes sólidos e imponentes, se han desvanecido como espejismos en el desierto político.
La aparente armonía que reinaba al interior del PRI y el PAN se ha resquebrajado. Las dirigencias estatales, capitaneadas por Cristina Ruiz y Anuar Azar, respectivamente, parecen haber perdido el control del timón. Las recientes renuncias de diputados, quienes han abandonado sus supuestos ideales para unirse a las filas de Morena, son un síntoma inequívoco de la profunda crisis que atraviesan estos partidos. Estas fugas no son simples deserciones individuales, sino grietas que amenazan con desmoronar todo el edificio político.
El caso de Atizapán de Zaragoza sirve como microcosmos de la lucha por la supervivencia que enfrenta el PAN. La batalla por la candidatura se ha desatado prematuramente, dejando al descubierto las ambiciones personales y las divisiones internas. La figura de Anuar Azar, quien busca erigirse como candidato, ha generado una fuerte controversia y ha sido acusada de "agandalle". La salida de Román Cortés y la posible deserción de Ana Balderas podrían desencadenar un éxodo masivo de militantes, un escenario que indudablemente beneficiaría a Morena, quien acecha pacientemente la oportunidad de tomar el control del municipio.
Mientras los partidos tradicionales se desangran, figuras como José Manzur Quiroga, antiguo operador político del PRI, demuestran una sorprendente capacidad de adaptación. Manzur, cual camaleón político, se mueve con destreza en el nuevo panorama morenista, cosechando los frutos de sus antiguas conexiones. A pesar de estar fuera del foco de atención, mantiene una red de incondicionales en puestos clave dentro de gobiernos municipales, tanto priistas como panistas. Su historia, plagada de nombres y apellidos que resuenan en los pasillos del poder, merece un capítulo aparte.
En este contexto de reconfiguración política, la incorporación de Héctor Macedo, nuevo presidente del Poder Judicial, a la Mesa de Paz del Estado de México, supone un rayo de esperanza. Su participación, amparada por la Ley del Sistema Nacional de Seguridad Pública, fortalece la coordinación entre los tres poderes y abre la posibilidad de una gestión más eficiente y transparente en beneficio de la población mexiquense.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. En Toluca, las inundaciones persisten, alimentando el descontento popular y exacerbando las críticas contra el alcalde morenista Ricardo Morena Bastida. La ineficacia de su gestión se ha convertido en un tema recurrente, un lastre que podría afectar las aspiraciones de su partido en futuras elecciones.
El panorama político en el Estado de México es complejo e incierto. Los partidos tradicionales se enfrentan a una crisis existencial, mientras Morena se consolida como la fuerza dominante. La lucha por el poder se intensifica y las alianzas se redefinen constantemente. El futuro de la entidad se juega en este tablero político, donde cada movimiento puede tener consecuencias impredecibles. Solo el tiempo dirá quiénes serán los vencedores y los vencidos en esta partida crucial.
Fuente: El Heraldo de México