La magia de Natalia Lafourcade inundó el Auditorio Nacional en la primera noche de su gira "Cancionera". Vestida de blanco, con olanes que bailaban al ritmo de su alegría y flores rojas que resaltaban su radiante sonrisa, la cantante apareció en escena, irradiando una felicidad palpable. "Un enorme placer estar aquí", confesó con una voz llena de emoción, "celebrando la canción, compañera de tristezas y alegrías". Y con una picardía que desató la euforia del público, reveló la dulce espera que la acompaña: "Vengo bien acompañada, cocinando un pastelito… un pastelito de amor y vida". Su embarazo, evidente en la tierna "barrigota" que ella misma mencionó, se convirtió en un motivo más de celebración.

Las primeras notas de "Lágrimas cancioneras" y la canción que da nombre a la gira, "Cancionera", llenaron el recinto, que aunque al principio mostraba algunos asientos vacíos, poco a poco se fue poblando de almas deseosas de sumergirse en el universo musical de Lafourcade. Acompañada por una talentosa banda de nueve músicos, la artista desgranó un repertorio que incluyó joyas como "Cariñito de Acapulco", "Mascaritas de cristal", "De todas las flores" y "Pajarito colibrí", compartiendo con el público entrañables anécdotas sobre la creación de cada una de ellas. "Brindo por ese pájaro colibrí que todos llevamos dentro", expresó con una profunda sensibilidad, deseando una infancia llena de amor y libre de las sombras del hambre y la guerra para todos los niños del mundo.

Con una naturalidad encantadora, Natalia bromeó sobre los cambios que experimenta durante su embarazo. "La verdad es que yo bailaría más, me tiraría al suelo, ustedes saben que me encanta eso", comentó con humor, antes de tomar un vaso de agua y señalar con una sonrisa que, por el momento, solo podía brindar con ese elixir de vida. "Mi memoria está fallando terriblemente en estos días, dicen que es normal…", añadió, provocando risas cómplices entre los asistentes.

La noche estuvo llena de sorpresas, con la participación de invitados especiales como El David Aguilar, quien se unió a Natalia para interpretar "Soledad y el mar" y "El palomo y la negra". El ambiente se llenó de mexicanidad con la interpretación de "La bruja", un tema tradicional que permitió a la cantante expresar su profundo amor por su país y su cultura. "México es una enorme inspiración", declaró con fervor, "un país lleno de todo, de luz y oscuridad, como la vida misma. Pero me encanta la luz de mi México, su comida, sus aromas, su naturaleza, sus playas, su gente que siempre sonríe hasta cuando hay pena. Sabemos vivir, sabemos también cuando duele, celebramos el dolor también con harto tequila, mezcal… Para mí la música tradicional mexicana es muy importante".

La magia continuó con la llegada de Adan Jodorowsky, quien junto a Natalia regaló al público las melodías de "Luna creciente" y "El lugar correcto". El viaje musical transportó a los asistentes a Veracruz, con los contagiosos ritmos de "Tú sí sabes quererme" y "Mi tierra veracruzana", para luego regresar a los clásicos de la discografía de Lafourcade con la emotiva "Hasta la raíz". Una noche inolvidable, llena de música, emociones y la inconfundible esencia de Natalia Lafourcade.