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10 de septiembre de 2025 a las 09:10

Morena: ¿Y ahora quién?

La inquietud me carcomía. Una inquietud profunda, visceral, que se extendía como una mancha de aceite sobre la superficie serena de mis pensamientos. El movimiento, nuestro movimiento, parecía desangrarse lentamente, perdiendo a sus figuras más emblemáticas, a sus líderes más vibrantes, en un abrir y cerrar de ojos. Un verano infernal, así lo definiría, un verano que nos dejó huérfanos.

La caída del compañero AA fue estrepitosa. Verlo salpicado por el escándalo de su secretario de Seguridad, involucrado con el crimen organizado en Tabasco, fue un golpe duro. "Nadie sobrevive a esto", pensé, con la resignación de quien presencia un desastre inevitable. Políticamente, claro. De un plumazo, nos vimos privados de su galanura, de su verbo florido, de ese Pellicer… Un vacío difícil de llenar.

Luego, mi Bodocón segundo, mi Andy, el estratega silencioso, el genio político a lo House of Cards que operaba desde las alturas intelectuales de Copilco el Alto, se estrelló contra el muro de la realidad en las elecciones de Durango y Veracruz. Extenuado, se refugió en un lujoso hotel de Tokio. "Adiós a la dinastía Macuspana", me lamenté, "adiós a esa genealogía de prohombres. ¿O… tendremos que recurrir a mi Joserra?"

La caída del Serch fue igual de dolorosa. Ni siquiera el hombre que desenmascaró la conspiración alienígena pudo sobrevivir a la polémica de sus shorts. Un Ferragamo combinado con… bueno, ustedes ya saben. Una imagen que quedará grabada en la retina colectiva, para su desgracia.

Y qué decir del compañero Noroña. Su caso es un culebrón interminable. La casa de Tepoztlán, un misterio envuelto en un enigma: ¿de quién es? ¿Cómo la pagó? Los conflictos con los comuneros. La "madrina" que le puso Alito Moreno, un golpe bajo para quien se presentaba como el Conor McGregor de la política. Y para rematar, sus desafortunadas declaraciones sobre… bueno, mejor no lo repetimos. Compañero, entiendo su compromiso con la causa feminista, pero le ruego, fraternalmente, que jamás, bajo ninguna circunstancia, vuelva a hablar de sus erecciones en público. Mi consultorio se llenó de pacientes traumatizados, incapaces de superar el impacto de sus palabras. Y yo, que me especializo en salud mental, no pude hacer nada por ellos. No hago milagros.

Me arrastraba por los suelos, presa de la angustia, buscando desesperadamente posibles reemplazos. Hay gente valiosa, por supuesto, mi Macedonio, mi Cuau, mi Nacho Mier… pero, con todo respeto, no llegan a la altura de los caídos.

Y entonces, la buena noticia. Una bocanada de aire fresco en medio de la asfixia. No había motivo para la alarma. Todos siguen en sus puestos, firmes, al servicio del pueblo, arropados por el movimiento, desde Palacio Nacional hasta las Cámaras, pasando por el partido. Y seguirán, porque aquí somos como los marines, pero de izquierdas. Nunca abandonamos a un compañero caído.

Para los agoreros, para los que lo dan por muerto, les dejo una predicción, un escenario posible, incluso probable: Noroña 2030. De Tepoztlán para el mundo.

Fuente: El Heraldo de México