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10 de septiembre de 2025 a las 20:00
Confesión impactante: El porqué del ataque en el tren
La tragedia que segó la vida de Iryna Zarutska en un tren ligero de Carolina del Norte ha destapado una profunda llaga en el sistema de salud mental estadounidense. Más allá del horror del acto en sí, el caso de Decarlos Brown Jr. nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de la red de apoyo para quienes padecen enfermedades mentales graves y el peligro que representa para la sociedad una atención deficiente. La esquizofrenia paranoide, una enfermedad que distorsiona la percepción de la realidad, parece haber jugado un papel crucial en este terrible suceso. Las declaraciones de la familia de Brown dibujan el retrato de un hombre atrapado en una espiral descendente de paranoia y delirios, incapaz de discernir la realidad de sus alucinaciones.
El escalofriante testimonio de Tracey Brown, hermana del agresor, revela un historial de comportamientos erráticos y episodios psicóticos que, lamentablemente, no fueron atendidos con la urgencia y la seriedad que requerían. La imagen de un hombre convencido de llevar un chip implantado en su cuerpo, controlando sus acciones, es un crudo ejemplo de la profunda desconexión con la realidad que sufren quienes padecen esta enfermedad. La frustración de la familia, que intentó infructuosamente internarlo en un centro psiquiátrico, pone de manifiesto las barreras burocráticas y la falta de recursos que dificultan el acceso a tratamientos adecuados.
El sistema, en lugar de brindar la ayuda necesaria, parece haberle dado la espalda a Brown. La respuesta de las autoridades ante sus llamadas al 911, interpretando sus delirios como un mal uso del servicio de emergencias en lugar de una señal de alarma, refleja una preocupante falta de sensibilidad y comprensión hacia las personas con enfermedades mentales. La acusación por “mal uso del sistema 911” en lugar de una evaluación psiquiátrica inmediata, parece una respuesta cruel e ineficaz ante una situación que requería comprensión y atención especializada.
La pregunta que resuena con fuerza es: ¿podría haberse evitado esta tragedia? La respuesta, aunque dolorosa, parece apuntar a una falla sistémica. La falta de recursos, la estigmatización de las enfermedades mentales y la dificultad para acceder a tratamientos adecuados crean un caldo de cultivo para situaciones como esta. El caso de Brown no es un caso aislado, sino un síntoma de un problema mayor que exige una profunda reflexión y acciones concretas.
Es imperativo replantear la forma en que abordamos la salud mental, priorizando la prevención, la detección temprana y el acceso a tratamientos integrales. La formación de profesionales capaces de identificar y atender las necesidades de las personas con enfermedades mentales es crucial. Asimismo, es fundamental eliminar el estigma que rodea a estas enfermedades y fomentar una cultura de comprensión y apoyo. La tragedia de Iryna Zarutska debe servir como un llamado de atención para construir una sociedad más inclusiva y comprometida con la salud mental de todos sus miembros. No podemos permitir que la falta de atención y la indiferencia conviertan a las personas con enfermedades mentales en potenciales peligros para sí mismos y para los demás. La inversión en salud mental no es un gasto, sino una inversión en un futuro más seguro y justo para todos.
Fuente: El Heraldo de México