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9 de septiembre de 2025 a las 17:00
Tragedia en Tlalpan: Elisa, víctima de la lluvia
La tragedia ocurrida el pasado domingo 7 de septiembre en Lomas Altas de Padierna, Tlalpan, nos recuerda la fuerza implacable de la naturaleza y la vulnerabilidad que enfrentamos ante ella. La imagen de Doña Elisa, una abuelita de 88 años, atrapada en su hogar por la furia de la lluvia, es un llamado a la solidaridad y a la reflexión sobre las medidas que debemos tomar como comunidad para proteger a nuestros seres queridos, especialmente a los más vulnerables.
Imaginen por un momento la angustia de Doña Elisa, viendo cómo el agua subía inexorablemente, sintiendo la impotencia ante la fuerza de la naturaleza. Sus vecinos, sus familiares, luchando con valentía contra la corriente, con cubetas en mano, intentando desesperadamente ganarle terreno al agua, una lucha contra un enemigo invisible pero poderoso. Una imagen que nos parte el alma y nos hace preguntarnos, ¿qué más podríamos haber hecho?
La respuesta a esa pregunta es compleja y requiere de un análisis profundo de las circunstancias que llevaron a esta tragedia. La ubicación de la vivienda de Doña Elisa, construida por debajo del nivel de la calle, la convirtió en una trampa mortal ante la intensidad de la lluvia. Dos metros de altura alcanzó el agua dentro de la casa, una cifra que nos habla de la magnitud del desastre. A pesar de los esfuerzos heroicos de bomberos y rescatistas, ya era demasiado tarde.
La alcaldía Tlalpan ha respondido con prontitud, brindando apoyo a la familia de Doña Elisa y asumiendo los gastos funerarios. Sin embargo, más allá de la asistencia inmediata, es crucial tomar medidas preventivas para evitar que una tragedia similar vuelva a ocurrir. La reunión con los vecinos de la zona es un paso importante en esa dirección. El compromiso de realizar desazolves constantes, evaluar la construcción de un resumidero e instalar rejillas de seguridad, son acciones que demuestran la voluntad de las autoridades de proteger a la comunidad.
Pero la responsabilidad no recae únicamente en las autoridades. Como ciudadanos, también tenemos un papel fundamental que desempeñar. Debemos ser conscientes de los riesgos que existen en nuestras comunidades y tomar las precauciones necesarias. Estar informados sobre los pronósticos meteorológicos, tener un plan de emergencia familiar, y reportar cualquier situación de riesgo a las autoridades, son acciones que pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
La historia de Doña Elisa es una dolorosa lección que no debemos olvidar. Es un recordatorio de la importancia de la prevención, de la solidaridad y de la responsabilidad compartida que tenemos como sociedad para protegernos mutuamente. Que su memoria nos inspire a construir comunidades más resilientes y preparadas para enfrentar los desafíos que nos impone la naturaleza. No dejemos que su partida sea en vano. Que su recuerdo nos impulse a trabajar juntos para que ninguna otra familia tenga que sufrir una pérdida similar. La solidaridad, la prevención y la acción conjunta son nuestras mejores armas para enfrentar la furia de la naturaleza y proteger la vida de quienes más amamos.
Fuente: El Heraldo de México