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9 de septiembre de 2025 a las 07:45
Mineros atrapados en Coahuila
La angustia se palpa en el aire, espesa como el polvo de carbón que por generaciones ha teñido la vida de Sabinas, Coahuila. El sol de la tarde del 8 de septiembre, que normalmente bañaría con su luz dorada los rostros curtidos de los mineros al final de su jornada, hoy se oculta tras un manto de incertidumbre. Un accidente en la mina del Mezquite ha dejado a 16 trabajadores atrapados en las entrañas de la tierra, un recordatorio brutal de los riesgos que enfrentan quienes se adentran en la oscuridad para extraer el negro mineral que alimenta la industria y el progreso.
El malacate, esa pieza vital que sube y baja el carro de acero transportando vidas y esperanzas, se rompió. Un sonido metálico, seco y definitivo, resonó en la quietud de la mina, seguido por el estrépito del carro precipitándose al fondo del socavón. Tres trabajadores, con el corazón latiéndoles a mil por hora, lograron salir a la superficie, llevando consigo la noticia que paralizó a todo un pueblo: sus compañeros, sus amigos, sus hermanos de trabajo, estaban atrapados.
La noticia corrió como reguero de pólvora. Familiares, amigos, vecinos, todos se congregaron en la boca de la mina, con la mirada fija en la oscuridad, esperando, rezando. La esperanza, tenue como la llama de una vela en la inmensidad de la noche, se aferraba a la información que llegaba a cuentagotas: los mineros atrapados contaban con oxígeno, estaban en buenas condiciones de salud. Un pequeño alivio en medio de la tormenta.
La Agencia de Investigación Criminal, con la premura que exige la situación, se desplegó en el lugar. El tiempo es oro, cada minuto cuenta. Brigadistas y cuerpos de emergencia trabajan contra reloj, planificando el rescate, analizando cada detalle, cada posible escenario. La maquinaria pesada ruge, las luces iluminan la escena, la actividad es frenética, una batalla contra el tiempo y la adversidad.
La Secretaría del Trabajo y Previsión Social confirmó la noticia que todos esperaban: los mineros siguen con vida. Una luz de esperanza brilla en la oscuridad, un motivo para seguir luchando, para no desfallecer. Los familiares, con el teléfono pegado a la oreja, buscan cualquier información, cualquier palabra que les confirme que sus seres queridos están bien, que pronto volverán a casa.
Mientras tanto, en el fondo de la mina, 16 hombres esperan. Rodeados por la fría oscuridad, se aferran a la vida, a la esperanza del rescate. La solidaridad de un pueblo entero los acompaña, la fuerza de sus familias les da aliento. Sabinas, Coahuila, contiene la respiración, unida en la espera, confiando en que pronto, muy pronto, los 16 mineros verán la luz del sol nuevamente. Esta tragedia, que ha puesto a prueba la resistencia de una comunidad, también ha demostrado la fuerza de la unión, la solidaridad y la esperanza que nunca se extingue, incluso en las profundidades más oscuras.
Fuente: El Heraldo de México