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9 de septiembre de 2025 a las 18:45
El Misterio de las Palmeras Desaparecidas
La silueta de las palmeras, por décadas un símbolo icónico del paisaje urbano de la Ciudad de México, se encuentra hoy amenazada. Desde 2011, un silencioso enemigo ha ido minando la salud de estos gigantes vegetales: una serie de hongos, identificados por expertos de la UNAM, que aprovechan la vulnerabilidad de las palmeras para propagarse y causar estragos. Imaginen la ironía: estos árboles, traídos de las Islas Canarias en los años 40 para embellecer la capital, a imitación del glamuroso Beverly Hills, hoy se convierten en un potencial peligro para la población debido a su tamaño y a la posibilidad de desplomarse.
El escenario que se dibuja es preocupante. Las palmeras, símbolos de una época de modernización y aspiración cosmopolita impulsada por el entonces regente Fernando Casas Alemán durante el gobierno de Miguel Alemán, ahora se marchitan bajo el peso de un mal invisible. Recordemos la anécdota del presidente Alemán, fascinado por la estética californiana, quien decidió importar estas especies para adornar emblemáticas avenidas como Paseo de la Reforma y elegantes colonias como Polanco. Esa decisión, tomada hace décadas, hoy nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la planificación urbana y la necesidad de priorizar las especies nativas.
La administración de Clara Brugada ha asumido el reto de afrontar esta problemática con un ambicioso plan que se extenderá hasta diciembre de 2025. La tarea no es sencilla: se trata de retirar las palmeras enfermas, muchas de ellas "muertas en pie", y sustituirlas por árboles nativos. Este cambio de paradigma ecológico busca no solo devolver la salud al paisaje urbano, sino también fomentar la biodiversidad y fortalecer la resiliencia de la ciudad ante los desafíos del cambio climático.
El doctor en Ciencias Biológicas de la UNAM, cuya investigación ha sido clave para identificar a los 11 hongos responsables de esta crisis, explica que el estrés fisiológico al que se ven sometidas las palmeras, debido a las altas temperaturas, la escasez de agua y la irregularidad de las lluvias, las debilita y las hace más susceptibles a las enfermedades. Este diagnóstico nos recuerda la fragilidad de los ecosistemas urbanos y la importancia de adaptarnos a las nuevas realidades climáticas.
El plan de acción no se limita a la retirada de las palmeras enfermas. Con una visión de economía circular, se busca aprovechar los restos en buen estado para la fabricación de muebles o la producción de abono. Esta iniciativa no solo reduce el impacto ambiental, sino que también promueve la creatividad y la innovación en la gestión de los recursos.
Las colonias que verán transformarse su paisaje en los próximos meses son, entre otras, las que concentran la mayor cantidad de palmeras: Polanco, Condesa, Roma, Nativas, Reforma y Del Valle. Imaginemos la transformación: en lugar de las imponentes, pero ahora enfermas, palmeras, veremos crecer árboles nativos como ahuehuetes, jacarandas, tejocotes, y otras especies adaptadas al clima de la Ciudad de México. Este cambio, sin duda, redefinirá la estética de la ciudad y nos invitará a reconectar con nuestra propia naturaleza.
El futuro del paisaje urbano de la Ciudad de México se encuentra en un punto de inflexión. La despedida de las palmeras, testigos silenciosos de la historia de la capital, abre paso a una nueva era donde la sostenibilidad y la biodiversidad son los protagonistas. El reto es grande, pero la oportunidad de construir una ciudad más verde, resiliente y conectada con su entorno natural es aún mayor.
Fuente: El Heraldo de México