
9 de septiembre de 2025 a las 10:11
Descubre las Capas de la Justicia
El clamor por una justicia pronta y expedita resonaba en cada rincón del país, acompañando la entrada en vigor de la reforma judicial. Se prometió una transformación profunda, un nuevo amanecer para la impartición de justicia. Sin embargo, la vorágine de la retórica política, con su mezcla de exigencias de seguridad y combate a la delincuencia, opacó la esencia multifacética de la justicia. Se simplificó un complejo entramado de responsabilidades, diluyendo la importancia de las distintas ramas del derecho. Se habló de "juzgar" como un concepto monolítico, ignorando las particularidades del Tribunal Constitucional, la labor crucial del juez penal, la delicada tarea de distensión conflictual del juez civil, la certeza que requieren los negocios y que otorga el juez mercantil, el papel reparador del juez laboral y, lamentablemente, se soslayó la trascendental función del juez familiar.
Y es precisamente en este punto donde debemos detenernos. El Inegi, con la frialdad de sus datos, nos revela la abrumadora realidad: la justicia familiar ocupa un lugar preponderante en el mapa judicial de México. Las familias, como cimientos de nuestra identidad cultural, moldean nuestros destinos, influyen en la transformación histórica, tal como lo señalan Maynes y Walter. Por ello, el juez familiar se erige como guardián y protector de este núcleo esencial de la sociedad.
Pero la justicia familiar no se encasilla en formatos preestablecidos. No se mide con la misma vara. Es una justicia artesanal, hecha a la medida de cada conflicto, de cada historia, de cada lágrima derramada en la intimidad del hogar. Aquí no caben las promesas vacías. Detrás de cada expediente, palpitan destinos individuales y se teje el destino colectivo de nuestra nación.
La algarabía electoral ya pasó, y ahora debemos enfrentar la realidad. Juzgar es velar por la paz social, es construir un futuro más justo. Las promesas deben traducirse en acciones concretas, en remedios eficaces e inmediatos. La justicia familiar exige una respuesta humana, digna, consecuente.
Las Moiras, implacables, continúan hilando el destino de México. El tiempo dirá cómo quedará tejido este nuevo telar jurisdiccional. La esperanza persiste, pero la responsabilidad recae sobre todos nosotros, ciudadanos y autoridades, para que la justicia familiar no sea una promesa incumplida, sino una realidad tangible para cada familia mexicana. Es tiempo de trascender el discurso y construir, con acciones firmes, un sistema judicial que responda a las necesidades de las familias, el verdadero núcleo de nuestra sociedad.
Fuente: El Heraldo de México