
8 de septiembre de 2025 a las 09:41
Vuelve el Futuro
El fantasma de la diplomacia de las cañoneras parece rondar nuevamente el continente americano. Si bien los tiempos de las intervenciones militares descaradas parecen cosa del pasado, ciertas actitudes y discursos nos recuerdan a épocas que creíamos superadas. ¿Estamos acaso presenciando un preocupante "Regreso al Futuro" en las relaciones internacionales de nuestro hemisferio?
Desde finales del siglo XIX, la política estadounidense hacia Latinoamérica estuvo marcada por la sombra del intervencionismo. La Doctrina Monroe, con su corolario Roosevelt, se convirtió en el pretexto perfecto para justificar injerencias en los asuntos internos de los países latinoamericanos. Bajo el supuesto de proteger la región de las potencias europeas, Estados Unidos se erigió como el policía del continente, interviniendo militarmente en numerosas ocasiones. México, Cuba, Nicaragua, Haití, República Dominicana, Panamá… la lista es larga y dolorosa.
La política del "Buen Vecino" de Franklin Delano Roosevelt trajo un respiro, un cambio de aires que parecía anunciar una nueva era de respeto y cooperación. Sin embargo, la Guerra Fría trajo consigo nuevas justificaciones para la injerencia. El temor al comunismo se convirtió en la excusa perfecta para intervenciones en Guatemala, Cuba, República Dominicana, Chile, Granada y Panamá.
Ante este panorama, México siempre se ha mantenido firme en la defensa de su soberanía y en la promoción de la no intervención. Desde los tiempos de Porfirio Díaz hasta nuestros días, la diplomacia mexicana ha sabido navegar las complejas aguas de la relación con Estados Unidos, buscando siempre el equilibrio entre la cooperación y la defensa de sus principios. La Doctrina Estrada, pilar fundamental de la política exterior mexicana, ha sido la brújula que ha guiado al país en su rechazo a las intervenciones extranjeras y en su defensa de la autodeterminación de los pueblos.
Hoy, en un mundo globalizado e interconectado, la relación entre México y Estados Unidos se enfrenta a nuevos desafíos. La profunda integración económica a través del T-MEC, la presencia de millones de mexicanos en Estados Unidos y la amenaza del crimen organizado exigen una cooperación más estrecha que nunca. Sin embargo, esta cooperación no debe ser a costa de la soberanía. México debe mantener firmes sus principios de no intervención y buscar soluciones conjuntas que respeten la integridad territorial de ambos países.
El reciente encuentro entre altos funcionarios de ambos países es un ejemplo de cómo se puede lograr una cooperación efectiva sin sacrificar la soberanía. El diálogo, el respeto mutuo y la búsqueda de soluciones conjuntas son el camino para construir una relación sólida y productiva.
No podemos permitir que el fantasma del intervencionismo regrese a nuestro continente. La historia nos ha enseñado que la injerencia extranjera solo trae consigo dolor y sufrimiento. Es hora de construir un futuro basado en el respeto, la cooperación y la solidaridad entre las naciones. La defensa de la soberanía y la no intervención son principios irrenunciables que deben guiar nuestras relaciones internacionales.
Fuente: El Heraldo de México