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8 de septiembre de 2025 a las 09:40

Justicia: cobro de cuentas

La promesa de cambio resonó con fuerza en 2018. El hartazgo por la corrupción, ese cáncer que carcomía los cimientos del país, se convirtió en el estandarte de una nueva esperanza. Millones de mexicanos, hastiados del enriquecimiento ilícito de la clase política, depositaron su confianza en un proyecto que prometía barrer con la impunidad. Desde la opulencia de Los Pinos hasta el funcionario de menor rango, la corrupción se había normalizado, convirtiéndose en una práctica casi institucionalizada. El robo al erario, el abuso de poder, el tráfico de influencias, eran la moneda corriente en un sistema que parecía diseñado para beneficiar a unos pocos a costa del bienestar colectivo.

Sin embargo, la llegada de la izquierda al poder no trajo consigo la anhelada purga. Los peces gordos, esos tiburones que se habían cebado con los recursos de la nación, siguieron nadando impunemente en las aguas de la riqueza mal habida. La decepción se extendió como una mancha de aceite, alimentando la desconfianza y el cinismo. ¿Acaso la promesa de cambio había sido solo una estrategia para alcanzar el poder? ¿Se repetiría la historia una vez más?

A pesar de la frustración acumulada, hoy se vislumbran destellos de esperanza. La llegada de Claudia Sheinbaum a la Presidencia, acompañada por figuras como Omar García Harfuch, ha inyectado una nueva energía en la lucha contra la inseguridad y la corrupción. A diferencia de administraciones anteriores, se percibe una estrategia diferente, una voluntad real de enfrentar el problema de raíz. Los resultados, aunque aún incipientes, son palpables. Las detenciones de narcotraficantes y generadores de violencia se han multiplicado a lo largo y ancho del país, enviando un mensaje claro: la impunidad está llegando a su fin.

La clave de este cambio radica en la decisión de atacar la complicidad de las autoridades. Durante décadas, la corrupción se ha nutrido de la connivencia de funcionarios que, a cambio de jugosas sumas de dinero, han permitido el florecimiento del crimen organizado. El narcotráfico, el secuestro, la extorsión, el huachicoleo, todos estos delitos se han beneficiado de la protección de un sistema corrupto que miraba hacia otro lado.

El reciente operativo contra el mercado ilícito de combustibles es un ejemplo paradigmático de esta nueva estrategia. La detención de empresarios, marinos en activo y retirados, y exfuncionarios de aduanas, demuestra que la instrucción de la Comandanta Suprema de las Fuerzas Armadas es clara: llegar hasta las últimas consecuencias, sin importar el rango o la influencia de los implicados. El seguimiento de la ruta del dinero por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera es una pieza fundamental en este rompecabezas, ya que permite desentrañar las redes de corrupción y llevar ante la justicia a los verdaderos responsables.

La gira de Claudia Sheinbaum por los nueve estados –Guanajuato, Zacatecas, Aguascalientes, Durango, Sonora, Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Veracruz– y su compromiso de rendir cuentas en las 32 entidades federativas, son una muestra de su determinación por enfrentar el problema de frente, escuchando las voces de los ciudadanos y trabajando en conjunto para construir un México más justo y seguro. Si bien el camino es largo y arduo, la esperanza se renueva ante la posibilidad de un cambio real, un cambio que ponga fin a la impunidad y permita a México alcanzar su verdadero potencial.

Fuente: El Heraldo de México