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8 de septiembre de 2025 a las 08:40

Horror: Bebés hallados en casa funeraria

La desgarradora historia de Cody y Liam Townend, quienes encontraron el cuerpo de su hija fallecida sentado en un sofá a diez días de su supuesta inhumación, ha conmocionado al Reino Unido y destapado una práctica funeraria, cuanto menos, perturbadora. La responsable, Amie Upton, dueña de la funeraria infantil Florrie’s Army, confesó llevarse los cuerpos de los bebés a su casa, donde les leía cuentos y les ponía dibujos animados. Imaginen la escena: un matrimonio destrozado por la pérdida de su pequeña, buscando un último adiós digno, y encontrándose con esta imagen surrealista y aterradora. La confianza depositada en la funeraria, el dolor de la pérdida, todo se convierte en una pesadilla aún más profunda.

Este caso ha abierto un debate sobre la regulación de las funerarias en el Reino Unido. ¿Cómo es posible que una persona sin formación específica pueda gestionar algo tan delicado como el último adiós a un ser querido? La facilidad con la que Upton abrió su negocio, sin necesidad de conocimientos previos, resulta alarmante. La legislación británica, al parecer, no contempla la práctica de Upton como un delito, lo que genera aún más indignación y plantea la necesidad de una revisión urgente. Mientras tanto, la sombra de la duda se cierne sobre otras familias que confiaron en sus servicios. ¿Cuántos otros bebés fueron sometidos a este peculiar ritual post-mortem?

La historia de Zoe Ward, otra madre que perdió a su hijo de tres semanas, añade otra capa de horror a este relato. Ward afirma haber visto dos cadáveres infantiles sentados en la casa de Upton, como si estuvieran viendo la televisión. El impacto psicológico de esta imagen es difícil de imaginar. La angustia de la pérdida se mezcla con la incomprensión y la rabia ante una situación tan grotesca. El testimonio de Ward, junto al de los Townend, dibuja un panorama inquietante sobre las prácticas de Upton y la vulnerabilidad de las familias en momentos de profundo dolor.

Si bien Upton ha sido vetada de hospitales y morgues en Leeds, la ausencia de cargos criminales deja un sabor amargo. La justicia, al parecer, no alcanza a comprender la magnitud del daño emocional infligido a estas familias. La impunidad de Upton no solo es una ofensa para las víctimas, sino que también sienta un precedente peligroso.

La justificación de Upton, afirmando que los bebés "no conocían otra cosa que amor" en su casa, resulta aún más perturbadora. Su argumento, cargado de una extraña lógica, no hace más que aumentar la sensación de inquietud. La mezcla de duelo personal –Upton perdió a su propia hija siendo un bebé– con una práctica funeraria tan inusual, plantea interrogantes sobre su estado mental y la necesidad de una evaluación profesional.

La estrategia de Upton para ganarse la confianza de las familias era ofrecer apoyo emocional, ropa, fotografías y un funeral gratuito. Una oferta tentadora para padres sumidos en el dolor y la desesperación económica. Esta aparente generosidad ocultaba una realidad macabra, convirtiendo la vulnerabilidad de las familias en una oportunidad para llevar a cabo sus prácticas incomprensibles.

El caso de Amie Upton y Florrie's Army trasciende lo anecdótico y se convierte en un llamado de atención sobre la necesidad de regular el sector funerario, protegiendo a las familias en momentos de extrema vulnerabilidad y garantizando un trato digno para sus seres queridos, incluso en la muerte.

Fuente: El Heraldo de México